El centralismo sea de la capital del país o de las capitales de provincia nos ha hecho mucho daño desde la historia republicana de nuestra amada patria, lamentablemente ningún gobierno ha logrado deshacerse de ese error de gobernanza. Las sedes de gobiernos o capitales, creen que ese espacio territorial es lo más importante, total equivocados, han matado el desarrollo de los pueblos por una administración desigual.
Hace unos años cuando caminábamos por la plaza de la ciudad de Yurimaguas, y conversando con paisanos nuestros, se expresaron con un resentimiento de los “iquitinos” que “todo lo centralizan allá en la capital de Loreto. Y eso es una realidad que se repite en todas las regiones del país.
Pero, el centralismo más marcado y asfixiante es el que se gesta en la capital de la república: Lima, que concentra quizás el 80% de las riquezas del país, como cuando nos señalaron que el canon de reforestación va todo a Lima y desde allá retorna una pequeña parte.
Lo mismo que con el petróleo que, si no se hubieran dado luchas fuertes en su momento, no habría ni el 10%, aunque se habla del 15% actualmente; aunque la lucha inicial planteaba el 50%, pero esa cifra el centralismo de Lima se negó rotundamente. Y qué bueno sería que se centren las riquezas para redistribuirlo en todo el país de forma equitativa, nada de eso pasa.
Otra muestra que no se revela es lo que actualmente se reclama sobre el patrullaje en los ríos por parte de Capitanía de Puertos de Iquitos, donde también ocurre que lo recaudada en esta zona fluvial va a Lima en su totalidad, y la parte que retorna para el patrullaje es total insuficiente.
El tema de fondo es lo que sucede en todos los sectores, nadie quiere hablar porque puede perder el puesto, el empleo, o un degrado, u otra represalia. Y lo peor que los que tienen poder en la región y podrían alzar la voz sin verse afectados, tampoco hacen fuerza para intentar revertir el daño que sigue haciendo al país: el centralismo y sus variantes.
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Centralismo: sigue asfixiando
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