Las ocho provincias de la región Loreto tienen en conjunto la suma de 53 distritos que generalmente son olvidadas desde sus capitales provinciales. Esto se materializa cuando las gestiones municipales de turno se dedican solamente a realizar gestiones y obras para su ciudad capital, ocasionando enorme desigualdad en el desarrollo de los pueblos.
Esa política de gestión centralista se replica desde el modelo limeño de centrar las inversiones en esta bella ciudad ajena a las consecuencias de los actos de los gobernantes de turno que no propician un progreso equitativo en entre sus ciudades y pueblos, por intereses mezquinos muy distantes de poder llamarse excelentes gestores públicos.
Realmente lo que necesitamos a gritos son excelentes gestores públicos con visión de futuro y estrategia de estadistas, lo que nos hubiera librado de centenares de conflictos sociales como lo que venimos experimentando con más tensión en estas últimas semanas y que en las próximas horas se juntarán varias voces de las regiones para exigir cambios en el gobierno nacional empezando por la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y además el cierre del Congreso.
Es el grito de la desigualdad surgida de gobiernos centralistas, con corrupción, con magníficos planes de descentralización desde la capital respecto a las regiones y desde las capitales de las provincias de las regiones respecto a sus distritos, que no se cumplen ni les interesa en enfocarse o direccionar que se cumplan.
Si bien existe una mayor responsabilidad en los gobiernos nacionales de turno y en los congresistas que no trabajan a conciencia por las regiones a las que representan, la corrupción en los gobiernos regionales y municipales, también han contribuido a que la corrupción en el país vaya en aumento, así como el descontento de los habitantes de los pueblos abandonados.
Es tan injusta la distribución de la riqueza, que los pueblos de los distritos de dónde se extraen grandes recursos naturales que suman a los presupuestos con millonarias sumas, no han cubierto ni sus necesidades básicas, y cualquier exigencia que realizan tienen respuestas mezquinas como que no hay dinero, sin embargo, la corrupción se lleva miles de millones.
Por eso, es importante que la ciudadanía se organice para participar más activamente en el marco del sistema democrático en las diversas gestiones y acciones que desarrollan las autoridades, que no se trata de gestiones personales, sino, de agendas en nombre de poblaciones que deben además estar bien informadas de los pasos que dan los actuales administradores del dinero que se les ha encargado por un período de tiempo.