Análisis van y vienen. Unos más lapidarios y suspicaces que otros, respecto al accionar del Jurado Nacional de Elecciones, vapuleado como hace más de una década se dio la Ley de Interpretación Auténtica para favorecer la re-reelección del entonces presidente Alberto Fujimori. Hoy estamos en un escenario electoral donde las tachas y exclusiones no son precisamente a favor del sistema democrático, sino a una especie de callejón sin salida al que se ha conducido el JNE, y que podría desencadenar en un harakiri.
¿Qué hacer? Es la pregunta que circula entre propios y extraños. Los enfoques difieren viendo de dónde proceden. Mientras que se empieza a hablar de prórroga, de suspenso, de cambio de fecha de las elecciones, pero, ninguna de las salidas en torno a alterar la fecha del proceso electoral se ajusta a la ley. Las agrupaciones políticas en carrera ni se inmutan sobre el tema prefieren seguir con su campaña en busca de más votos. Y quizás ellos podrían asomar una salida constitucional.
Mañana será un día, dependiendo de lo que decida el JNE en torno a la candidatura de Keiko Fujimori, como para armar o desarmar el rompecabezas, o como para pasar paños tibios a un proceso electoral por demás variopinto. Y por si fuera poco, con encuestas para todos los gustos, con candidatos serios que pierden los papeles y lanzan insultos, y con una mayoría ciudadana donde estamos poco preparados para afrontar tanta desfachatez.
He ahí la necesidad de fortalecer la preparación político social de los ciudadanos de, en todo caso, volcarnos voluntariamente a la búsqueda de los conocimientos de las ciencias políticas y el ejercicio de nuestros derechos ciudadanos con conocimiento de causa, para que nuestra opinión conjunta y mayoritaria dé pautas a la conducta de quienes pretendan gobernarnos mirándonos a la cara y no de costado, para el ejercicio del poder político.