Basura

  • Por: José Álvarez Alonso

El recojo y disposición de la basura se ha convertido en un problema crónico en la ciudad de Iquitos. Elección tras elección los candidatos a alcaldes prometen soluciones, pero el problema sigue e incluso se agudiza. Los métodos de recolección son básicamente los mismos de hace tres o cuatro décadas, pese a los avances en ese campo en todo el mundo, y seguimos viendo a las bolsas de basura amontonadas en las calles, con frecuencia abiertas y su contenido disperso por perros callejeros, y a veces por los recicladores. Montones de basura se acumulan en ciertas esquinas, a veces por días y semanas, contaminando con olores, insectos, roedores y quién sabe que patógenos, el aire, el suelo y las aguas de los ríos cercanos donde confluyen las aguas servidas. Periódicamente se producen crisis de acumulación de basura en las calles por diversos motivos, especialmente en las etapas finales de las diferentes gestiones municipales.
Las sucesivas autoridades se suelen llenar la boca con promesas y proyectos para impulsar el turismo, una de las pocas industrias que, mal que bien, parece tener un sólido futuro en la región. Pero las calles de Iquitos expulsan a los turistas: entre el ruido insoportable y dañino de los tubos de escape manipulados por algunos indeseables, y las calles y ríos que circundan a la ciudad repletos de basura, hemos logrado confinar a los turistas en sus albergues selváticos, cuando podrían perfectamente pasar unos días realizando turismo urbano, como ocurre en otras ciudades del Perú.
La compra de camiones “compactadores” ha mejorado ligeramente el poco eficiente sistema tradicional de camiones de carga convertidos en recolectores de basura (y, con frecuencia, “dispersores” a lo largo de la carretera), pero el problema de fondo subsiste. Y no solo se trata de convertir a los tradicionales “botaderos” en rellenos sanitarios, como ya lo hizo el distrito de San Juan hace tres años, por lo cual merece una felicitación, sin duda. Hubo experiencias innovadoras como la que implementó la gestión de Mirna Villacorta en San Juan hace años, con mujeres capacitadas y formalizadas que recogían con sus motocarros-furgón los residuos sólidos en los barrios de ese distrito. Desgraciadamente, esta experiencia ni continuó ni fue replicada por otros distritos.
La mala gestión de residuos sólidos tiene indudables impactos ambientales, sociales y económicos. Como suelen repetir los expertos, la basura es dinero, por lo que puede generar y por lo que nos puede ahorrar, si se la procesa adecuadamente, lo cual también ayudaría a reducir significativamente los impactos ambientales. Iquitos está perdiendo oportunidades por culpa por el mal manejo de la basura.
Un estudio realizado en Iquitos en 2015 para la tesis de grado de la UNAP de F. A. Solís Llerena muestra que los residuos sólidos domiciliarios se distribuyen de la siguiente manera: el 50,4 % son residuos orgánicos (excluyendo papel, cartón, madera y follaje), el 17,4% son plásticos, caucho y otros materiales similares, el 15.4 % son papel y cartón, el 5.1 % son madera y follaje, mientras que el resto está constituido por metales, latas, vidrios, tierra y trapos. Buena parte de esa basura es reutilizable.
Una de las medidas más rápidas que se podría impulsar, ya común en muchas ciudades del mundo, es el uso de contenedores especiales, de metal o plástico, con sus respectivas tapas, colocados estratégicamente en lugares donde hay algún espacio (como en ciertas esquinas), para que la gente coloque ahí sus bolsas; hay camiones recolectores/compactadores diseñados para levantar mecánicamente y descargar la basura de estos contenedores, ahorrando buena parte del sacrificado trabajo de los empleados que tienen que recoger diaria y manualmente la basura desperdigada por las calles. Se puede colocar también contenedores especiales para que la gente más informada pueda disponer por separado de los elementos más contaminantes: vidrios, plásticos y envases de metal, especialmente.
Y aquí entramos en el tema de la segregación en origen. Sabemos que es un proceso lento, por supuesto, pero es un proceso que hay que iniciar sí o sí. Por ejemplo, se puede informar y educar a los ciudadanos a separar la materia orgánica en casa, la cual es fácilmente compostable en las huertas que tienen la mayoría de los domicilios. Y no me vengan con que eso podría criar ratas y moscas, o malos olores: hay formas fáciles y eficientes de evitarlos. Lo he hecho por años en mi casa de la calle Moore de Iquitos, y desde que vivo en Lima, lo realizo en la terraza de mi departamento, donde utilizo varias maceteras para compostaje y lombricultura, de donde saco excelente abono para el cultivo de flores y verduras: hace años que nos abastecemos en casa de lechugas, tomates, pimientos y perejil de esta huerta urbana. ¿Qué no se podría hacer en la mayoría de las amplias huertas de las casas de Iquitos?
Sabemos que tomará años educar a la población para que segreguen la basura en origen a una escala digamos significativa; ni soñar en llegar en una segregación a los niveles que llegan en Suiza, por ejemplo, donde las familias separan en casa los tres componentes de las bolsitas de té: las hojas de té por un lado, la bolsa y su hilo por el otro, y la grapa metálica (cuando existe) por otro. Pero mientras tanto ya hay alternativas para segregar en destino, bastante eficientes y baratas: una estudiante de ingeniería de la India inventó una máquina barata y eficiente para segregar basura en unos minutos (https://www.thebetterindia.com/180745/bengaluru-woman-innovation-waste-segregation-minutes-recycling-india/)
¿Por qué no podemos hacer algo más en Iquitos para mejorar nuestra gestión de la basura?

2 comentarios en “Basura

  1. Buen artículo sobre basura. Es cierto que se puede reciclar en la huerta los sobrantes de verduras y frutas que usamos diariamente. Pero también es cierto que la municipalidad haga un recojo de basura de acuerdo a la composición de los desechos.

  2. En los primeros años de gestión de la municipalidad de Belén, específicamente en Río Mar, todos los miércoles pasaba un carro recolectando residuos reutilizables:plásticos, cartones, vidrios y metales. Incluso nos dejaban bolsas para ello. Nos indicaban qué debían ser entregados limpios y secos. Fueron casi tres o cuatro años de ejercicio de esta práctica. Después, ya no lo hicieron más, pero nos quedó la costumbre de hacerlo. Claro que es posible educar a la gente con perseverancia, convicción y por qué no, firmeza. Los hábitos se forman.

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