El debate no se eleva si en vez de buscar mecanismos de soluciones a los problemas que se nos presentan o que ya están conviviendo con nuestra realidad, decimos que no fuimos las autoridades regionales, sino las nacionales las que hacen y deshacen con el tema de la exploración y explotación petrolera en la región Loreto. Es una muestra de porqué estamos ajenos a las necesidades de los pueblos que se ven la cara con las bases que se instalan en el bosque.
Más centrada e inteligente fue la postura de decir que buscaremos diálogo con el gobierno central a través del Ministerio del Medio Ambiente sobre el ya controvertido Lote 95, en la zona de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, que esperamos en realidad se propicie el diálogo con las autoridades regionales y las instancias autorizadas para analizar esta nueva oportunidad (de inversión) y amenaza (de afectar la biodiversidad) que se nos plantea. Ojalá la fortaleza sea que las autoridades de gobierno y la empresa puedan exhibir que existe una postura social y ambientalmente responsable.
Sin embargo, nos invade la duda, cuando el mismísimo Jefe de Estado viene a Bretaña (distrito del Puinahua-Requena) y anuncia una serie de programas sociales en beneficio de las poblaciones de la jurisdicción, pero acentúa muy poco, casi nada, en la protección del medio ambiente, en el compromiso de la empresa petrolera y en el rigor que el Estado (y el Gobierno de turno) deben exponer ante la opinión pública regional y nacional, frente a eventuales derrames.
Entonces es natural el recelo, más aún con las experiencias pasadas que ha generado un trauma social en las comunidades nativas, por ejemplo en la zona del Datem, del Pastaza, donde hablar de las petroleras es como escuchar del más temerario «maligno» de las leyendas y mitos amazónicos. Así urge una revisión de este nuevo escenario donde la gente ya no mira y calla, sino exige y lucha con justa razón. Es que el Estado no ha respondido en su momento a la altura de las circunstancias y ha quedado la sensación de abandono y poco interés.