Como todo 12 de octubre, ayer también fue una fecha para recordar y pensar un poco en nuestros orígenes coloniales y de cómo la ambición encegueció a quienes llegaron a estas tierras donde habitaban culturas milenarias y no estuvieron a la altura de valorar el gran momento histórico en la tierra.
Fue en esa fecha de 1492 cuando Cristóbal Colón y sus seguidores llegan al suelo de lo que se denominó después: América, que ya estaba habitada por lo que de descubrimiento no tiene nada, aunque desde la perspectiva de la época ávidos de encontrar nuevas tierras para apropiarse, prefirieron sostener ese concepto de conquista.
Término que fue aceptado en la historia oficial del Perú, por ejemplo, aunque en las últimas décadas fue muy cuestionada y más bien se defiende una teoría que dignifica a nuestros antepasados, puesto que acá había muchos avances en organización política, agricultura, espiritualidad, astronomía, matemáticas, arquitectura, riego, auge de minería con oro y plata, etc.
Es obvio que la ambición de la corona en España, pudo más y no dispuso sus intelectuales de la época para explicar mejor el acontecimiento, respetando y valorando a las nuevas culturas, pero, prefirieron el sometimiento a punta de pólvora y caballería de guerra, para acabarlos.
La resistencia incaica y de las demás culturas de esta parte del mundo que soportaron el sometimiento duró hasta cuando se pudieron liberar del dominio Español de esa época, con los criollos (hijos descendientes de europeos y africanos nacidos en América) que junto a descendientes del imperio incaico lucharon por la liberación.
Es curioso que hemos preferido las mañas de gobernanza traídas desde España y no la estricta ley del gobierno de los Incas, que su puede resumir en los principios “Ama Sua (no seas ladrón), Ama Llulla (no seas mentiroso) y Ama Quella (no seas perezoso)”, pilares de la sociedad incaica.
Han pasado ya 533 años, desde ese brutal ingreso al territorio que hoy se distribuye en varios países en este maravilloso continente, que, en nuestro caso como Nación, necesitamos retomar la base moral de la forma del gobierno incaico, que no era perfecto, pero dista muchísimo de lo que hoy podemos exhibir como administración de gobierno plagado de corrupción y que una vez más, la coyuntura, nos reta a cambios sustanciales con un nuevo mandatario, donde la esperanza de enmienda está más viva que nunca.
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