Por: Luis Roldán Ríos Córdova. rioscordova2010@hotmail.com
Entendemos que los nombres de los Asentamientos Humanos son significativos para la conciencia de la población, por lo que deben estar reservados para brindar homenaje a los personajes más ilustres, aquellos que han vivido más para los demás que para sí, homenaje que en práctica de la moral se rinde a los hombres y mujeres que hicieron por la sociedad algo más de lo que normalmente han sido sus obligaciones. Derecho que el pueblo se reserva para guardar en eterna memoria a sus benefactores sociales, quienes nos acompañaron en esta vida terrenal y que ya no están con nosotros.
EL POR QUÉ DE ESTOS NOMBRES EN LOS AAHH.
De hecho es que estos nombres se utilizan pensando ganar algunas simpatías de esos señores que en ese entonces gobernaban la región, la ciudad o el país.
Señores dirigentes y pobladores que lo permitieron.
¿Qué van a responder a sus hijos cuando quieran saber el por qué del nombre de su población? Van a decirle: «Mira hijo, ese nombre pusimos a nuestro AAHH para poder recoger algunas migajitas que los señores dejan caer bajo la mesa». O, «Como dirigente esperaba ganarme alguito, pues hijo» ¿Eso van a responder?
¿Qué lección de moral y dignidad es esa para sus hijos?
No creo estar equivocado al pensar que lo hicieron para ganarse mendrugos de la autoridad de turno, o favores personales que nada tienen que ver con las necesidades de los asentamientos que dirigen. ¿No saben que esa actitud es una humillante expresión de politiquería barata y sucia que demuestra pobreza espiritual? Es una decisión encharcada en el fango de la adulación para lograr algo que por derecho les corresponde. Los gobernantes tienen obligaciones con el pueblo cuyas obras por gentileza debemos saludar, no agradecerlos como a dioses, a punto de caer en veneración.
Lo único que están enseñando a sus hijos -qué lástima- es que para lograr algún beneficio de la autoridad, debemos ponerle su nombre a nuestro Asentamiento Humano, lo que significa barrer el piso por donde van a caminar. ¿Todo para ver si así vuelve a nosotros esos sus ojos misericordiosos? Sólo les faltaría decir: «Señor, no somos dignos de que entres a nuestra casa, pero una palabra tuya bastará para que nos construyan el puentecito y la escuelita» ¡Qué poca vergüenza!…No son dignos de nuestra juventud.
¿Qué pensarán los niños cuando sean jóvenes y estos cuando sean adultos? Creerán que basta ser autoridad para perennizar nuestro nombre aunque no hayamos hecho ningún mérito social, o en el peor de los casos, procesados por «presuntas» corrupciones que aunque nunca se demuestren quedan a través de los testimonios de beneficiados y perjudicados como indeleble tinta en la conciencia de una sociedad que se resigna a vivir así.
Vamos señores dirigentes de esos AAHH, reflexionen, cambien esos nombres, dignifíquense, den lecciones de moral y dignidad a sus hijos, enseñen a los niños de hoy que la adulación no es una forma digna de conseguir lo que por derecho nos corresponde como gobernados. ¡Los derechos se exigen, si no nos oyen se grita!
Utilicen nombres de nuestros hombres y mujeres que se fueron de esta morada terrenal haciendo obras de bien social, de dirigentes luchadores que nunca han llegado al poder por andar sacrificándose más allá de sus obligaciones; también podemos utilizar nombres de nuestra flora y fauna, de nuestros ríos y peces, es mas digno por donde se lo mire, entonces el mensaje que a vuestros hijos dejarás, les demostrará que sus padres no cayeron en adulaciones y bajezas. Cuidemos la moral de nuestros hijos, tal vez sea esa la mejor herencia que los dejemos.