A la caza de los ambientalistas

Por: José Álvarez Alonso

Está abierta la temporada de caza: ambientalistas y defensores de los indígenas y de los derechos humanos en general, están en la mira… Como globo de ensayo, y probable escarmiento de otros avezados, se instrumentó la expulsión del más connotado ambientalista de Loreto, el Hno. Paul McAuley.

El sabido que uno de los recursos más socorridos de los dictadores y otros gobernantes con problemas de legitimidad o de logros es buscar un enemigo (real o imaginario) y satanizarlo para echarle la culpa de todos los males que sufre el país; mejor si el enemigo es extranjero. Blancos fáciles a lo largo de la historia han sido ciertas minorías y grupos religiosos, como los judíos y los cristianos – éstos últimos en los primeros siglos del cristianismo-. En tiempos modernos los comunistas proporcionaron valiosas y oportunas coartadas a multitud de gobernantes incapaces y autoritarios, que no tenían cómo justificar sus fallas y encontraron en ellos al chivo expiatorio perfecto. En el Perú -¡qué ironía!- por años fueron los apristas los acusados y perseguidos. Hoy son los ambientalistas y, en general, las organizaciones no gubernamentales orientadas al trabajo social los que se llevan los palos.

El régimen fujimorista utilizó esta estrategia en repetidas oportunidades, y lanzó todas sus baterías sobre todo contra las ONG defensoras de los derechos humanos, una de las pocas piedras que se interpuso en su delirante sueño de totalitarismo y perpetuación en el poder. El actual régimen, imitando con diligencia al fujimorato, se ha mandado ya varias veces contra las ONG y los ambientalistas en general. Sin negar que hay extremistas y politiqueros intentando ganar apoyo popular en los conflictos sociales, poner el sanbenito de agitadores a tutilimundi es tan injusto como decir que todos los funcionarios del gobierno son corruptos.

En Loreto tampoco nos quedamos atrás, y ciertos personajes llevan años despotricando contra las ONG que se lucran, según ellos, con ingentes recursos de la cooperación internacional, y sólo traen subdesarrollo y otras lacras a nuestra región. Les siguen el juego corifeos y algunos periodistas, que no tienen otra forma de hacer noticia o ganarse alguito que buscando culpables para los males regionales en los ‘agentes extranjeros’. No dudo de que hay gentes que utilizan alguna ONG como un modus vivendi a falta de mejores oportunidades de trabajo. Pero la mayoría de las ONG que conozco en Loreto (y a las que no pertenezco, por cierto, pues trabajo para el Estado) son conformadas por gente muy seria y honesta, que trabaja frecuentemente de forma mal remunerada (a veces voluntaria) y altamente desinteresada. Y los que se ganan el garbanzo en su trabajo, tienen perfecto y legítimo derecho a hacerlo, dentro del marco de la ley y las normas de la cooperación internacional que los financia.

A otro perro con ese hueso de que algunos se están haciendo de oro con el negocio ambiental: hoy la cooperación internacional supervisa con sumo cuidado los fondos que otorga a las ONG para proyectos de desarrollo o conservación, y son especialmente exigentes en que no se excedan los estándares nacionales en cuestión de sueldos y gastos de personal.

Lo paradójico es que muchos de los que hoy califican a los «ambientalistas» de enemigos del desarrollo, han sido o son cómplices (con sus obras y/o con sus ideas) de la creciente pobreza que aqueja a las poblaciones rurales amazónicas cuyo bienestar dicen defender. Porque la política del «dejar hacer», de permitir -e incluso promover- el saqueo indiscriminado de los recursos naturales con el cuento de que «es un problema social», de evitar cualquier medida de control y manejo, o aplicación de la legislación vigente, es la causante de la escasez creciente de recursos naturales, especialmente fauna, pescado y maderas finas, que afecta tan seriamente la nutrición, calidad de vida y la economía de la población rural amazónica. También ha contribuido, claro está, la política de permitir la contaminación de los ríos con la excusa de que «no hay que ahuyentar la inversión».

Por citar un ejemplo: un recurrente francotirador contra los supuestos «ambientalistas», que hoy alquila sus míseros panegíricos al mejor postor, fue hace unos años administrador de la cuenca del Pacaya, en la R. N. Pacaya – Samiria: ‘si dura un poco más, acaba con la reserva’, decían los guardaparques. Fui testigo de su «política»: encontré grupos pescando paiche en plena veda y en plena Zona de Protección Estricta en el alto Pacaya. Su excusa cuando fueron confrontados: «Estamos trabajando para el Director». Públicamente se burlaba de las vedas y otras medidas de manejo: «los recursos están para aprovecharse», decía.  Bueno, este defensor del «subdesarrollo extractivista» es uno de los culpables -hay muchos más, y algunos siguen en sus puestos- de la debacle de ésta y otras especies como gamitana, paco y dorado, cuyas poblaciones han disminuido en más del 90% en Loreto.

Algunos califican de «ambientalista» a cualquiera que abra la boca en contra de la depredación y la contaminación. Quizás el único que calificaría en Loreto como ‘ambientalista’ es el Hno. Paul, presidente de la Red Ambiental Loretana, pero sus acciones han estado más orientadas a la defensa de la salud y el bienestar de las personas, y sólo del ambiente en función de las personas. Quizás califique más de ‘populista’ antes que ambientalista, por su defensa del derecho a la vida, a la salud y a la subsistencia de los amazónicos.

Finalmente, este modelo extractivismo irrestricto que algunos preconizan y que se ha estado implementando por más de un siglo en Loreto: ¿ha traído desarrollo a la selva? Veamos algunos indicadores sociales: tres cuartos de la población rural padece pobreza o pobreza extrema, y sigue incrementándose; la desnutrición aqueja a más de la mitad de los niños en la zona rural; crece la emigración del campo a las ciudades, en búsqueda inútil de un trabajo para mejorar sus condiciones de vida, al tiempo que crecen otras lacras sociales, tanto en el campo como -especialmente- en la ciudad: alcoholismo, drogadicción, prostitución, delincuencia juvenil, desintegración familiar…

¿Necesitamos más de lo mismo para salir de esta espiral de pobreza-saqueo y degradación de los recursos-más pobreza? Manejar responsablemente nuestros recursos, y conservar sanos y productivos nuestros bosques y ríos, es la mejor estrategia para generar bienestar y progreso en la población amazónica. Lo demuestran experiencias como las de las áreas de conservación regional Tamshiyacu-Tahuayo y Alto Nanay-Pintuyacu-chambira, donde la gente come mejor y tiene más ingresos, gracias al manejo inteligente y la agregación de valor a sus recursos de la biodiversidad.

Un comentario sobre “A la caza de los ambientalistas

  1. José, muy buen artículo, pero lo más preocupante es que hasta la fecha no se ve el trabajo del Ministerio del Ambiente en la amazonia. Si cada autoridad ambiental cumpliese cabalmente su trabajo, seguro que el hermano Paul no tendría que protestar enérgicamente por los derechos de los hermanos indígenas, y por ende ser tildado de «conspirador contra la seguridad del estado».

    Pero, estamos en el Perú con los gobernantes que nos merecemos. Si tan solo la mayoría de votantes hicieran funcionar mejor sus oxidadas neuronas, seguro que tendríamos mejores gobernantes.

    Saludos,

Los comentarios están cerrados.