Se ha hecho práctica en el ámbito político nacional, por parte de la llamada oposición, denostar a todo ciudadano cuya opinión, manifiesta aprobación a algún acto del gobierno, que resulte favorable a la ciudadanía. Advertimos esto para que no llegue a pensarse que por esta opinión, necesaria, según nuestro criterio, nos vayan a tildar de filo apristas o cajón de resonancia del oficialismo.
La verdad es, que asistimos diariamente a una suerte de cacería de brujas, protagonizada por una oposición que parece pensar sólo en cómo distraer al oficialismo en su manejo del país y en sus obras dirigidas a mejorar el status de vida de diferentes pueblos y comunidades del Perú.
Ya es rutina que apenas se percibe un error o una falta leve en la estructura administrativa del gobierno de turno, los representantes de la oposición, cual jauría humana se lanzan contra el partido y el autor del error o falta, sin antes desarrollar una estrategia de investigación que permita una justificación a la falta cometida o, en caso contrario, que permita determinar que el error o falta merece una sanción mayor por haber comprometido seriamente la estabilidad del país.
Recordemos, el ejemplo del nombramiento irregular de un ex ministro del nefasto gobierno corrupto y burlador de la ley, cuya sola mención de su nombre como figura de primer nivel en una comisión especial del actual gobierno, hizo estallar los predios gubernamentales, cuyas principales cabezas, enmendaron a tiempo el error cometido, anulando el citado nombramiento.
Que debería haber sanciones o separaciones de cargos, es algo que no puede ni debe soslayarse, sin embargo la oposición, compuesta en su mayoría por los que perdieron, se lanzaron contra el presidente del Consejo de Ministros, de ese entonces, por ser presa valiosa para sus fines políticos, pero en el caso que mencionamos, más suena a venganza personal.
Un primer Ministro es pieza clave en todo gobierno, de allí que los ojos de quienes aún no perdonan al pueblo peruano, el haberlos dejado segundones, se vuelquen hacia tal figura, a sabiendas del terremoto que significaría una censura o sanción en su contra.
Aquí la pregunta es, ¿hasta dónde benefició al país, el haber restado horas y días de trabajo al primer Ministro, para diseñar su defensa ante la cada vez más airada oposición? ¿ En qué benefició a la oposición su testaruda tesis de «echarse» al primer ministro?. Sinceramente creemos que la banda opositora deberá tener en cuenta que si bien su papel es fiscalizar, tal acción no puede aislarlos de su misión también de trabajar por el Perú; y no solo tratar de violentar la estructura del gobierno de turno, para hacer ver que sí trabajan.
Para ubicar la fresa que corona la torta, tengamos en cuenta que en el llamado escándalo de los petroaudios, se buscó por todos lados involucrar al presidente en lo que se señalaba como uno de los más indignos negociados desarrollados en el Perú contra el Perú.
La decepción opositora no sabe hasta ahora, cómo quitar el cuerpo a su protagonismo en un acto que hasta el momento no encuentra asidero político, toda vez que el más visible protagonista del acto supuestamente ilegal, no es funcionario público y hasta el momento no se sabe qué suma de dinero ha perdido el país por culpa de un escándalo contra el que inclusive el presidente tuvo frases duras en su momento.
Creemos que debería reglarse la función opositora mediante normas que protejan a los funcionarios públicos, desde el presidente hasta el más modesto servidor estatal, ya que en nombre de la democracia se lanzan epítetos y acusaciones que cuando resultan falsas, ya causaron mucho más daño que una plaga maligna. Aquí debe pensarse en una norma que marque el principio de equidad.