Congreso o cómo perder el tiempo.

Atendiendo a un ligero raciocinio matemático, que tenga como referencia las  sumas que todos pagamos para mantener la estructura humana del Congreso de la República, sin duda alguna obtendríamos como resultado, un verdadero fiasco de parte de los congresistas a la ciudadanía, pues hasta los más desinformados saben que el trabajo congresal debe estar centrado en el estudio y elaboración de textos que permitan leyes que  beneficien a la sociedad peruana en general; y sin embargo, salta a la vista que en dicho recinto se gasta más tiempo en chimes y actitudes inadecuadas, que en lograr mejores leyes para el país.

También, dentro de las funciones del congreso, está la fiscalización del trabajo del ejecutivo, ministros incluidos, añadiéndose a esto un control exhaustivo de toda la maquinaria estatal.

Si se sabe que tal es el trabajo congresal, entonces porque dichos señores se enfrascan en una charlatanería intonsa, cuando forman parte de lo que se ha dado en llamar comisiones  investigadoras; y que no es otra cosa que una forma de incrementar los ingresos ya bastante elevados de los «padrastros» de la patria.

Traemos a colación dicha figura, para advertir a la ciudadanía, sobre los resultados que  viene logrando la comisión  que investiga los petroaudios. En el accionar de la comisión se nota claramente que hay intención más de figurar que de  investigar,  pues todos, en su afán de involucrar de todas maneras al presidente, o  sus más cercanos colaboradores,   se pliegan  a cualquier chisme de vecino y amplían su espectro investigatorio, más allá del plazo concedido para emitir un resultado.

Como se precisa reforzar lo que afirmamos, nos  aventuramos  en la textura de un  trabajo de investigación que publicáramos hace más de un año y  encontramos que hechos para todos tangibles, sólo son dignos de ampliación por los miembros de la comisión. Mencionemos sólo un acto que en su contexto muestra fehacientemente que el presidente no tuvo nada que ver en el caso León Alegría, pero según la comisión, el hecho que el presidente no haya contestado las llamadas de León, lo hacen sospechoso;  ¿y que habría sucedido, si por casualidad el mandatario hubiera  respondido siquiera una vez tales llamadas?. ¿Estaría ya Alan en la cárcel?.

La ciudadanía entera, se enteró de tales llamadas porque la secretaria del presidente así lo certificó; pero según la comisión de entonces, se determinó  llamar a la secretaria para que certifique  lo que ya había dicho. Eso es perder  el tiempo. ¿si o no?. ¿No será que la famosa comisión y los afanosos denunciantes han determinado que no hay delito y no saben cómo deshacer el nudo que han creado, en torno a dicho tema?. Esperemos el fallo final; ¿será para navidad o a la finalización del régimen actual. El tiempo lo dirá.