Luego de cruenta campaña donde se entrecruzaron denuncias y denuestos que menos mal no alteraron el orden cronológico de la segunda vuelta electoral, todo aquello que podría decirse pudo impedir el desarrollo de tal proceso, queda atrás, podríamos decir en el olvido, con gran alivio de la ciudadanía, que como se presume lo que quiere es una reconciliación que en realidad permita que la nación se desarrolle pero sin descuidar la puesta en marcha de una política de fiscalización ciudadana permanente.
El virtual triunfo del candidato de «Gana Perú» con 52.7 % de acuerdo a los resultados del muestreo llamado a «boca de urna», es sólo un indicio de lo que posiblemente se presente durante el muestreo conocido como «conteo rápido», y permitirá saber fehacientemente si las cifras mencionadas son determinantes a favor del candidato nacionalista.
Aquí lo cierto es, que la gobernabilidad del país no ha sido fracturada y que el posible triunfo de Ollanta Humala, que se decía podría traer consigo una alteración democrática no sucederá, porque como presidente elegido por el pueblo tiene un compromiso de honor como lo señaló en un acto público, ante personalidades que avalaron su juramento de honor, entre ellos destacados juristas y nuestro Nobel de literatura Mario Vargas Llosa.
Ahora, si tenemos en cuenta los sucesos que adjudicaban al virtual ganador delitos de la más diversa índole, encontramos que tal especie ya no cala en la mentalidad del peruano que cada vez asume con más intensidad, los principios de la muestra de pruebas, cuando existen acusaciones de tal índole; cosa igual sucedió con Keiko, a quien se le atribuía haber recibido dinero de manos de un conocido narco, para liberar a sus hijas recluidas en prisión. Para dicho caso no hubo pruebas; y en consecuencia no hubo protesta pública.
Así las cosas, podríamos decir que si se oficializan las cifras que actualmente obran en poder de la prensa, habría que prepararse para insistir en que el nuevo gobierno cumpla con desarrollar en el más breve lapso, el plan de gobierno presentado ante el país, así como plasmar en hechos reales lo ofrecido en su juramento público que todo el país recuerda.