Por. Rulfer Vicente Huamani
Licenciado en arqueología de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica – UNICA
“La lluvia es gracia, es el cielo que desciende a la Tierra.
Sin lluvia, no habría vida” – John Updike.
En las extensas zonas de bosque tropical amazónico se generan lluvias de diferentes magnitudes, siendo la más recurrente que, en la jerga local lo llaman “warmi lluvia” que, empapa la floresta amazónica con sutil indolencia y sin descanso; por esta distinción particular lo citaremos analógicamente como la “bella lluvia”. Las tormentas y lluvias en general son transportadas por los vientos que soplan desde el océano Atlántico y las costas de Brasil, en un primer momento, las copas de la vegetación y el suelo absorben el agua que, influyen en la conservación y generación de la humedad, impulsor fundamental de la vida en la llanura amazónica que, es el “aire acondicionado” del planeta, asimismo, regula el clima a distintas escalas, incluso a escala mundial, de ahí que la deforestación se relaciona con la reducción de precipitaciones. En los meses de lluvias y vaciante, esta variabilidad climática influye y condiciona el desarrollo de las actividades de producción agrícola, pesca y muchas veces daños en los servicios básicos de los centros poblados ubicados en las márgenes de los ríos y afluentes de la cuenca amazónica del departamento de Loreto.
La exuberancia de un paisaje y sus habitantes
Al amanecer de un día cualesquiera, es normal distinguir en el horizonte del exuberante paisaje, una profusa bruma a veces con lluvias otras veces no, al recorrer el entono de las viviendas, huertos y chacras, es usual empapar las vestimentas hasta las pantorrillas por el indisoluble sereno que, están impregnadas en las frondas y follajes de la vegetación disipándose con el avance de los rayos del sol. Este panorama geomorfológico permite a los habitantes en general a disponer las horas del día y programar sus actividades diurnas sin incertidumbres. Sin embargo, esta relación apacible hombre-naturaleza puede variar repentinamente, por ejemplo, en una de nuestras visitas de campo nos encontramos con el tío Nacho y su esposa Anancita quienes indicaron que por las dificultades para el acceso motorizado, constantemente recorren a pie la carretera de penetración hacia el Fundo “Monte de Sinaí” desde el km 41 de la carretera Iquitos Nauta por el sector de San José de Pintuyacu, esta pareja de esposos nos relató una de sus tantas experiencias vividas: que, en una oportunidad a la altura de la casa del hermano israelita (km 6.8) de repente escucharon el apaleo del follaje del bosque por el avance y caída de la lluvia, al virar hacia el norte observaron en el cielo el incremento de la nubosidad y el repentino zigzagueo y tronar de los rayos, forjando cierta ansiedad en los expertos caminantes, entonces convenía apresurar el paso para resguardar la carga de víveres y sus vidas, sin embargo, no había ningún refugio en por lo menos en 2 km de la trocha, en cada segundo las gotas de lluvia caían con más intensidad, el espléndido día se convertía en un panorama sombrío; no tenían otra opción que esperar el paso de la torrencial lluvia protegidos por un denso árbol, sin quejas y sin conveniencia contemplaron los rayos y escucharon el retumbe de los truenos, siempre preocupados que bajo estas circunstancias y por el alcance de los rayos muchos vecinos perdieron la vida.
Tras una hora aprox., pudieron observar y sentir las secuelas de la torrencial lluvia, el camino estaba convertido en un lodazal, en algunos tramos era imposible transitar, sus botas de jebe no garantizan un trote ligero, en cada paso la planta se abultaba por la acumulación de la greda glutinosa, en esas condiciones prefirieron caminar descalzos por los matojos de los extremos de la trocha carrozable. Todo “apiacho” como el maduro, el tío Nacho y su inseparable esposa apenas alcanzaron el tambo del “paisa” (km 9.6), renegando por las horas perdidas, aquel día llegaron tarde al fundo y no cumplieron con los trabajos programadas.
Para los agricultores caminar y trabajar a la luz del sol es totalmente tolerable, aunque no es placentero, sin embargo, las lluvias generan malestares en su salud. En las visitas a los centros poblados y participar en las “mingas” familiares y comunales se puede advertir y entender esta realidad contradictoria, donde la gente afirma que “prefiere caminar y trabajar en pleno sol y no en lluvia”.
Estas vivencias y situaciones propias de la Amazonía son asumidas día a día tanto por mujeres y hombres con total naturalidad y sin lamentos, saben perfectamente que, el calor mañanero que se prolonga hasta el mediodía, es una predicción para la precipitación de un chaparrón. Si al amanecer persiste una lluvia tenue con nubosidad en el horizonte, es la “warmi lluvia” – bella lluvia- que, con su persistencia llovizna riega con sutileza la inmensidad del bosque, un evento natural que, muchas veces se prolonga por varias horas del día.
Estado de emergencia por peligro inminente ante el déficit hídrico.
Con fecha 13 de septiembre del 2024 mediante DECRETO SUPREMO N.º 095-2024-PCM se declaró en estado de emergencia al departamento de Loreto, por peligro inminente ante el déficit hídrico, por el plazo de 60 días calendario. Según el reporte de COEN – INDECI, en los últimos meses el comportamiento hidrológico y caudal de los ríos amazónicos alcanzó su nivel más bajo, un fenómeno que normalmente no ocurre, en razón que, las fuentes de agua fluyen menos por las bajas precipitaciones generando el estiaje de los ríos en las cabeceras de cuencas hidrográficas. Este déficit hídrico ha golpeado la economía local, poniendo en riesgo la vida y salud de las personas, dificultades en el transporte fluvial, desabastecimiento de agua, alimentos, servicios básicos y dejando aisladas a varias comunidades en las provincias del departamento de Loreto.
Durante los meses de déficit hídrico o sequía, muchos pobladores imploraban a Dios y otros exclamaban al espíritu del monte para la pronta venida de lluvias, la espera de la bella lluvia “warmi lluvia” fue vana y resignada; algunos hasta lloraron por las altas temperaturas, disminución del caudal de los ríos y cochas, por el alejamiento y muerte de los peces, principal fuente de alimento de las comunidades. Se reconoce a la “warmi lluvia” como un regalo de la naturaleza, una bendición de Dios y siempre será bienvenida.