Incendios forestales y centralismo

Todavía está fresco en nuestra memoria y el dolor que sentimos se aviva cuando recordamos el pedido de auxilio por la falta de oxígeno de enfermos y familiares en las semanas más fatales del Covid 19, mientras que en Lima la noticia trágica de lo que ocurría en Loreto, les llegaba altamente.
Era un extremo del ninguneo, indignante, por cierto. Lo mismo que a nivel regional, pese a la emergencia no se agilizó adquirir una planta de oxígeno, o ver la forma de abastecer a los hospitales, más bien se permitió el negociado con balones que de 150 soles llegaron a costar hasta 1000, 2000 y 3000 soles. Pero, fue el padre Raymundo junto a miles de aportantes iquiteños y del exterior que lograron una planta de oxígeno.
Mientras el centralismo limeño desde el gobierno nacional de turno seguía con su inhumana indiferencia hasta que allá se empezó a necesitar el oxígeno. Recién se activaron las alarmas y empezaron a actuar con rapidez, como debió suceder hacia Iquitos y la región Loreto en general.
En la actualidad con los incendios forestales que parte de la costumbre de quemar desperdicios forestales para prepara terrenos para sembríos, se vienen dando en diferentes regiones amazónicas del país, de forma alarmante por la fuerte sequía. Se ha declaro en emergencia, pero la presencia auxiliadora del Estado es muy débil, que muestra desinterés, como si la vida de los animales y la riqueza forestal que se destruye no importara.
Las llamadas de auxilio se vienen realizando de diferentes formas, pero la respuesta sigue siendo tibia. Tal vez porque el principal origen sea la actividad de los hombres y mujeres que hacen su chacra, que no lo hacen con la intensión de ocasionar un devastador incendio, el tema es como se conoce, la fuerte sequía que hace de la floresta “la mejor leña”. Por lo que se debió facilitar rápidas campañas que sensibilicen a los habitantes, puesto que muchos sí están acatando el pedido de evitar hacer fuego por esta temporada.
Casi estamos seguros que de producirse incendios similares de las zonas arborizadas cercanas a la capital limeña, la reacción sería distinta, como ocurrió con el oxígeno, reforzando conductas discriminatorias, y haciendo del país un Estado incumplido con su propia legalidad, atentando contra la Constitución que dice que todos somos iguales ante la ley. Esperamos reacciones positivas para la atención urgente a las zonas que siguen ardiendo, y que las lluvias empiecen a caer para contribuir a refrescar y detener el avance del fuego.

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