Por : Román Arbildo Alvarez (Periodista)
La Navidad es la fiesta de las tres cuartas partes del mundo, los habitantes de esos países tienen sus propios recuerdos, es decir, sus vivencias que se fueron trasmitiendo de generación en generación.
Los niños pobres del Perú pasan sus propias navidades en medio de todas las carencias, ahí no hay panetones, ni chocolatadas, ni mucho menos juguetes. Arrastran sus frustraciones y cada Navidad no es más que tristes recuerdos.
Para los miles de niños y niñas peruanos, de sectores de extrema pobreza de la Selva, la Sierra y parte de la Costa del Perú, las fiestas navideñas se la pasan llorando al no encontrar la solución de sus requerimientos para compartir junto a otros niños, las naturales alegrías de recibir un juguete, una ropita nueva, un par de zapatos por estrenar.
Nosotros fuimos uno de aquellos niños que tan solo éramos simples espectadores de las danzas frente a un altar, ingesta de licor para luego terminar en grandes borracheras, todo ello protagonizado por los mayores de edad, mejor dicho nuestros padres de esa época. En aquellos tiempos en las áreas rurales los niños no eran parte de la navidad, posiblemente por ignorancia o por egoísmo.
Hoy queremos refrescar la memoria, con las notas de un sentido vals, cuyo autor es el eximio compositor peruano Pedro Esquivel, titulado «Navidad del Niño» cuando dice: «Navidad de los que no pueden tener un juguete, siempre habrá una carita triste, tal vez algún día, se acuerden de ellos, Señor, si de ellos te has olvidado dile al mundo, que les has dado el consuelo de esperar, porque nacieron para seguir peregrinando y así tendrán que rodar».
La navidad es un acontecimiento histórico porque precisamente hay un personaje central que es el niño Jesús y está presente en todos los hogares del mundo cristiano y es la primera ilusión del niño de carne y hueso y la sociedad consumista nos ha llevado a niveles tales de gastos y expectativas, curiosamente se explota la parte lúdica del niño terrenal.
De allí se colige aquello de «No hay navidad sin Jesús», es más, en las últimos décadas, las celebraciones de Navidad han generado millones de inversiones de dólares sobre todo en los rubros de juguetes, vestimenta, calzados, etc. Por ello nos colocamos en un mundo extremadamente materialista, la Navidad no es más que un simulacro para justificar pingues ganancias de los inversores.
No hay que olvidarse aquello del pasaje bíblico, cuando Dios llama al patriarca NOE y le dice que junte a su familia a las mujeres de sus hijos y un par (hembra y macho) de cada especie de los animales que estaban ahí para alimento del hombre. Dios guía la construcción del Arca, cuando todos los seres vivos seleccionados estaban adentro, Dios hace llover 40 días y 40 noches, todos los seres vivientes que se quedaron fuera del arca, mueren; para luego soltar a los animales y las gentes del arca y empezar de nuevo la raza humana.
Es que Dios se había arrepentido de haber creado al hombre, puesto que en aquellos tiempos la convivencia se había degenerado y los varones mantenían relaciones sexuales con sus madres, sus hermanas y todos con todos. Es que Dios dijo «Esta gente está degenerada y nadie respeta mis palabras».
Dejemos al Arca de Noe y pongámonos por encima de las 42 generaciones desde Abraham que pasaron hasta la llegada de Jesucristo.
Hoy por hoy estamos entrando a un mundo demasiado materialista y al parecer nos olvidamos de un Dios todo poderoso. Si en los remotos tiempos los humanos tuvieron otro tipo de faltas contra Dios, ahora es el deseo desmedido del hombre por acumular tanta riqueza, obviando a seres de su propia especie, es acaso que estamos buscando otro diluvio.
Con la llegada de los Españoles al Perú, en el periodo colonial se difunde la figura de Jesucristo, de allí se dice que quien más meció a Jesús fueron los peruanos hasta llegar a niveles altísimo de creencia religiosa.
Hacen bien las organizaciones diversas, incluidos los partidos políticos al haber incluido en sus gastos las conocidas chocolatadas en sectores humanos pobres en donde hay niños que es casi seguro no habrá cena en la noche navideña y tampoco juguetes, lo ideal sería que todos cenen en su hogar familiar, pero, estamos hablando de imposibles debido a las lacerantes situaciones económicas de las famitas pobres de la Región Loreto.
Sin duda, la celebración de las festividades navideñas, revisten especiales contornos en todos los pueblos de la Amazonía, pues se producen situaciones de entusiasmo, lujo, derroche, alegría, y demás factores que se ponen de manifiesto para que dichas fiestas sean siempre «los mejores».
Cada provincia, distrito, tiene su particular estilo de celebrarlo, En lo que sí coinciden todos es en lo concerniente a la ADORACION DEL NIÑO, para ello se ingenian curiosos nacimientos en donde va sobresaliendo el niño con una serie de aditamentos, tal como hicieron los reyes magos.
De lo que se puede rescatar en esta festividad es – digamos – la preocupación por los niños generalmente los que tiene posibilidades, ya dijimos hay miles de niños que solo tendrán que contentarse con ver los sofisticados juguetes que les compran los padres con posibilidades económicas a sus exigentes pupilos, quienes a su vez estarán vestidos con ropas de marca, mientras los demás tal vez puedan por lo menos lustrar el zapatito del colegio un tanto para impresionar. De igual modo sacarán los juguetes que recibieron como regalo el año pasado. De allí todo quedará en lo mismo como todos los años.
La Navidad no es más que una festividad de boato, después de la cena viene la diversión en donde se convierte en una fiesta más, como sucede todas las semanas, mientras el NIÑO JESUS está ahí en su pesebre, llorando por la suerte de la humanidad.