“Se creó la Comisión Multisectorial con la finalidad de trabajar planes de inversión en salud, en educación, infraestructura y proyectos económicos alternativos, sobre la base de un plan de vida post-petróleo, con la participación de los pueblos”.
Esta fue la base sobre la cual se devolvió la tranquilidad a la zona de las cinco cuencas aquel diciembre de 2016 luego de una extensa jornada de lucha y todo hacía pensar que por fin el Estado a través de un gobierno central más maduro, podía tomar en serio a este sector humano de nuestra Amazonía.
Y todo parece indicar que se seguirá repitiendo la historia iniciada hace 40 años, en relación a una política petrolera de espaldas a las comunidades indígenas de su zona de influencia, con las cuales se ha cumplido en parte, siendo lo más emergente, garantizar una vida saludable y con acceso a los servicios del Estado que por derecho como peruanos les corresponde.
Las organizaciones han analizado que sin bien se logró trabajar como comisión multisectorial, el avance ha sido mínimo en relación a lo acordado y las grandes necesidades básicas en la zona petrolera, lo que contrasta con los millones de dólares que registraron las ganancias desde hace cuatro décadas.
Se quejaron de que solo hay ideas de posibles proyectos, y esperaban hasta ayer la creación mediante documento formal del Estado, que se cree una nueva Comisión Ad Hoc para que vea el financiamiento, seguimiento y ejecución de los ahora “proyectos fantasmas”, porque no hay nada, y ello ha terminado por enojar a los pueblos.
Dentro de las exigencias en reiteradas veces hablaron de la necesidad de una atención de excepción-extraordinaria para mitigar los impactos generados por la contaminación petrolera, poniendo como ejemplo el tema del agua, porque han continuado denunciando que siguen tomando agua envenenada.
Debe ser terrible ponerse en el lugar de los hermanos indígenas Amazónicos, que estaban felices porque por fin iban a tener el servicio de agua potable, que además de ser un derecho, tiene el agravante de la contaminación generada por empresas petroleras extranjeras “engreídas” del Estado, puesto que pueden hacer semejante daño a la salud y el medio ambiente, y no pasa nada. Pero, sí pasó el Papa Francisco y casi todas las autoridades se “golpearon el pecho” por gusto. El gallo ya cantó tres veces antes del 30 de enero, consumándose un engaño más a los pueblos indígenas.