Fernando Herman Moberg Tobies
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@FernandoMobergT
Nos enredamos sin invitación, jugando a medir los sentimientos que a la larga se desenfrenaron, nos enamoramos sin saber la intensidad de cómo sentía cada uno, sin conocer como pensábamos, sin comprender que nuestros vacíos terminarían arrastrándonos hacia algo de lo que no podíamos huir.
Nos conocimos, no dejábamos de mirarnos, me sonreías tratando tal vez de llamar mi atención mientras yo hablada del viaje que acababa de hacer a Chiclayo para dar una conferencia, intentaba no demostrar que me atraías, pero era imposible, ya estábamos conectados.
Volviste al día siguiente, empezamos a conocernos, a crear nuestro mundo en la intimidad, nos pasábamos la mayor parte del tiempo abriendo nuestras almas, conectándonos no solo de cuerpo, sino marcando cada rincón de lo que nos costó soltar, confesiones de nuestras vidas que jamás serán mencionadas a otros, batallas ganadas y heridas silenciadas, nos volvimos confidentes y guardianes de las decepciones que habíamos tenido al avanzar en la vida.
Nos enamoramos, tú a tu ritmo y yo a mi estilo, ajustándonos a las diferencias, haciéndome el sordo frente a lo que decía mi entorno y sé que también debes haber pasado por lo mismo, pero continuamos, descubriendo o volviendo a sentir el amor sin palabras, venías y abrazados mirábamos la pared llena de atrapasueños con la música inundando cada rincón de mi habitación, agarrados de las manos, sellando los corazones.
Empezamos a tener nuestras canciones, letras que coincidían con nuestro romance inesperado, cuando la energía me desbordaba te esperaba con alguna canción que nos encantaba para cantártela como concierto imaginario, solos tú y yo, a veces entrabas y te pedía que bailemos, era mágico nuestra confusión, no importaba entender algo o que tenga lógica, no importaba si alguien no aceptaba lo que sentíamos, no importaban las palabras humanas, lo único que prevalecía era el momento.
Aprendimos que teníamos que adaptarnos para poder mantener nuestra relación, nos esforzamos hasta agotarnos en ocasiones, huía embarcándome en aviones tratando de aclarar mis ideas, buscando a mis mejores amigos o lugares que no me recordaran a ti, pero en cuanto salía aparecías más en mi cabeza, dando vueltas una y otra vez.
Nos invitaron a un concierto, era la primera vez que nos verían en público, y por consecuente lo que se venía era escuchar los comentarios de los amigos acerca de lo que consideraban, reservamos el box al costado del escenario, sacamos el carro para recoger a algunas puntas y fuimos a la discoteca, coordinamos para que recojan el carro y el dueño del lugar me agradeció por la visita refiriéndome que se sorprendía por verme de juerga, te saludó y entramos. Estabas feliz y yo divertido, meses que no salía y la ocasión era genial, mis amigas terminaron adorándote y advirtiéndote que te portaras bien, y yo me reía del escenario que se estaba armando.
Cumplimos un año y fuimos a almorzar a uno de los restaurantes exclusivos de la ciudad, esperábamos estar conversando sobre todo lo que habíamos pasado desde que nos conocimos, pero terminamos compartiendo la tarde con un gran amigo fotógrafo que terminó insistiéndonos en tomarnos una foto, a quien por la consideración y trayectoria no pudimos negarnos.
Nos veíamos pasando un día y luego todos los días, antes de mi programa de televisión, desde tu casa me mandabas fotos de la transmisión en vivo y al día siguiente era tema de conversación. Hemos pasado por varias canciones, algunas ya ni las escuchamos, y otras ni recordamos, al igual que en nuestras vidas, hemos pasado por tantas tempestades, que hasta nos hemos sentido desorientados, incomprendidos, sin comprendernos, alejándonos hasta en circunstancias con tanta frialdad que hizo dudar a la razón.
Flui como el agua del río que sigue la corriente, me dejé llevar por las emociones, desconectándome de mis recuerdos, como si olvidará quién soy y de lo que hice, me cegué con la pasión del presente, tanto que sentía que mi pasado me había abandonado. Había situaciones que no comprendía porque seguía pasando por lo mismo y no encontraba el valor para decidir por la tranquilidad, por mis principios, y la corriente me arrastraba, revolcándome como si no tuviera el poder de decidir, imponer, conquistar.
Sentía como si hubiera olvidado de lo que estaba hecho, de lo que había conseguido, mi vida se había vuelto momentánea que había olvidado la marcha juvenil en busca de justicia y democracia que levantamos con un grupo de amigos jóvenes líderes, olvidando los debates en el Congreso de la República a los cuales había asistido como representante de mi región, dejando al aire las marchas contra los derrames de petróleo, entre otros proyectos sociales que habíamos promovido por ideales, por beneficios que estaban por encima de nosotros, y sentía como esas vivencias se habían alejado de mí, debilitándome, dejándome propenso, como si dentro de mi algo se habría escondido o dejado a un lado solo por una emoción del momento, por una persona que empezaba una nueva etapa mientras yo ya la había concluido y empezaba otra donde las diferencias ya pesaban.
Nos alejábamos, nos resistíamos a dejarnos ir, sino era un mensaje tuyo yo llamaba a los días, algunas mentiras eran evidentes, yo callaba y tú te cerrabas en tu versión, mi familia presentía que estaba sucediendo algo raro conmigo, como si estuviera desconectado, y así era, mis pensamientos me estaban haciendo una mala jugada, no paraba de buscar la explicación a lo que me estaba sucediendo, cerebro misterioso perfeccionista y engañoso, me tenía como fuera de la realidad, andando como si estuviera en automático.
En contra de nuestras familias seguíamos viéndonos, derramamos lágrimas, heridos, nos dijimos cosas de las que nos arrepentimos y en otras nos mantuvimos firmes, nos lastimamos desesperados y esperábamos el espacio para recompensarnos con miradas en silencio, que bastaban, llenaba.
Tu padre me la tenía jurada, conversar como sea conmigo en cuanto bajase del avión al llegar de mi viaje a Europa, por contactos la policía de turismo me resguardó sin llamar la atención, manteniendo su distancia, sin hacer show hasta el carro donde me esperaba mi padre, solo cruzando nuestras miradas que se perdieron por la presencia de los señores taxistas.
En contra de todo seguimos, hasta en contra de nosotros mismos, o eso creo, experimentando sensaciones que no conocíamos, llegando a emociones difíciles de controlar, sentimientos ocultos que aparecían y desaparecían, atormentando por episodios y maravillando por estaciones, una mezcla giratoria inestable, que filosofando con lo que pasa en la naturaleza que nunca está en calma, me tranquilizaba.
Del perdón se aprende, el perdón es desprenderse de lo que resiente, es dejar ir, el amor es supremo, deja ir, desprenderse lo que resiente, del amor se aprende.
Decidimos ser amigos, comprendimos que las diferencias a veces son como predestinadas en ciertas etapas de la vida, como si algunos químicos en el cerebro desenfrenaran la conducta sin consciencia por edades y en otras se frenara la adrenalina. Comprendimos que estábamos buscando metas diferentes, uno estaba en conquistar y otro en establecer, uno ya había pasado por lo mismo y sabía que nada se podía hacer, más que dar a un paso al costado.
Nuestras miradas aún se unen con emoción, nuestros labios aún se confunden en la oscuridad, pero mi corazón ya no se queda latiendo por ti. Algún día cuando se calme tu sed de conquista, analizarás lo caminado y ahí comprenderás lo que yo he tenido que aprender por ti.
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