al final de uno de sus poemas expresaba «que cuando el dolor de la tragedia tocaba al hombre que se compadecía de los demás, recién gemía y lloraba por sus seres queridos y se daba cuenta de la magnitud de la maldad de la guerra» Eso ha acontecido con nuestras autoridades que se van, salvo honorables excepciones, en materia de seguridad ciudadana. La congoja no invadió a los que se van y sólo han expresado palabras hipócritas de pesares. Allí están los asesinatos de los locos de los colectivos, de ciertos motocarristas, de ladrones de motos, de casas, de ancianitos, de gente indefensa. Hace meses se reunieron autoridades de toda laya, coordinaron para hacer un plan de seguridad ciudadana y sólo fue una reunión más de tantas que hay para calmar el clamor de los que más sufren. La delincuencia se ha incrementado. Esperamos que los que ingresan a gobernarnos en esta nueva etapa sientan de verdad la angustia de los más pobres que son asesinados, asaltados por delincuentes que roban y matan para saciar sus adicciones y vicios. Esperamos, con sinceridad, que a ellos no les toque la tragedia como ocurrió con el joven Insapillo que fue muerto cruelmente por una banda de cuatro ante la dejadez y cobardía de la gente de Freyre. Acaban de casi asesinar un cadete de la PNP y nada de nada. Tal vez el remedio sea el siguiente, al estilo de lo que ocurre en estos momentos en las favelas brasileras o a lo que hizo un valiente policía en Trujillo: ojo por ojo, diente por diente (Deuteronomio), o como me comentó hace tiempo un viejo amigo: En la década de los 70, habían por todas partes bandas llamadas los pichangueros. Ocurrió que por la zona norte fueron asaltados dos mujeres, una adulta y su señorita hija, fueron 20 degenerados. Las inocentes damas quedaron con traumas y en shock. El esposo y padre los llevó a Lima y regresó a seguir trabajando en su dependencia militar. Estuvo quieto y reflexionando durante dos meses. Luego, armó un servicio de inteligencia, reclutó diez de sus mejores hombres, les relató su tragedia y salieron de cacería nocturna. Identificaron a los pichangueros, una mujer del equipo de elite se puso de carnada y los delincuentes caían de dos en dos. Dice la memoria verbal que los 20 degenerados cayeron en las manos del grupo y posiblemente hayan aparecido en la barriga de los cunchi mama. Desaparecieron los robos y la delincuencia en esa zona, porque los llamados vigilantes continuaron su labor durante un par de años. Creo que antes que ocurra la formación de estos grupos de auto defensa y vigilancia paramilitar es necesario coordinar con las fuerzas armadas y pedirles por favor que pongan al servicio de los municipios, del gobierno regional grupos de élite y servicio de inteligencia que patrullen sus respectivas jurisdicciones en compañía de la policía para por lo menos disuadir a los delincuentes y prevenir muertes de inocentes. Estos malos hombres venden a reducidores ¿Por qué no se les atrapa?. Solicitar alguna enmienda a la constitución para que intervengan estos hermanos militares. Formar grupos de intocables al estilo de Elliot Ness. En forma paralela a este remedio inmediato, los gobernantes deben ejecutar un plan de mediano y largo plazo. Deben utilizar bien los fondos públicos y como un alcalde de Bogotá dijo en una entrevista al diario La República, enseñar con el ejemplo, construir parques, centros culturales, áreas verdes, dando trabajo a miles de jóvenes en esas localidades. Charles, Juan, Pancho, Flores y don Iván, unirse e ir a estos pueblos marginales y con los funcionarios más honestos que tienen y mostrar no sólo el pecho, sino que sus bolsillos no están manchados con el diezmo ni con el robo. De esa manera formaremos una República al estilo de Platón y que al final de sus mandatos la población los vuelva a elegir y que sus hijos y nietos no tengan vergüenza. ¿Qué le puedes decir a tu hijo de 12 o 15 años cuando sabe que ganas 12 mil soles y vives como si ganarías 100,000 soles, con amantes, con hijos fuera del sagrado matrimonio? ¿Le dirás «la plata llega sola? Ese mozo no te lo va a creer nunca, y, entonces, dirá: mi padre tiene sus negocios arreglados, yo también voy a hacer lo mismo. Y se creará una generación de delincuentes de cuello y corbata por los siglos de los siglos amén, y esto será un efecto multiplicador en los jóvenes pobres que dirán si estos roban ¿por qué yo no? En tanto se haga realidad un ambiente de seguridad ciudadana los hombres y mujeres potenciales víctimas deben seguir el ejemplo de aquel alcalde de Bogotá: prevenir, asegurar sus bienes, sus casas, organizarse en comités de defensa, y cuando llegue el momento del asalto no poner resistencia, caballeros no más, entregar lo que tienen, porque la vida es un acontecimiento irrepetible se da por única vez en el ser humano. Esperamos que como dice el poeta alemán, la tragedia no toque a nuestros nuevos gobernantes para que reaccionen. Y, algo digno de destacar en estos días, el señor Francisco Sanjurjo, nuevo alcalde de San Juan, expresó en un programa radial: Qué buena gestión la de mi antecesora, señora Mirna Villacorta, existe una clima de total transparencia y honestidad en esta etapa de transferencia y respetaremos y continuaremos todos los proyectos que ellos están ejecutando, mejorando en lo que se puede. Interesante expresión de honestidad que estoy seguro será el norte de su gestión, de lo contrario nos habremos equivocado en nuestra percepción. ¿Tienen ya un programa de seguridad ciudadana? Elabórenlo por el amor de Dios y ejecútenlo de inmediato y que las empresas o comerciantes que ganan harta plata pongan recursos para esto.