La política vuelve a ser protagonista principal en el acontecer diario. Los presuntos candidatos están comenzando a visitar los pueblos del interior del país, unos para embaucar a la gente con propuestas tiradas de los pelos, otros con buenas intenciones pero irrealizables dado el grado de corrupción en todos los niveles de la administración pública y algunos otros pretendiendo que alguien les llame a falta de pan.
Iquitos no puede ser ajeno a estas movidas. Y a estas tiene que estar atento el pueblo. No para ir a identificarse con el primer farsante, sino para escuchar sus planteamientos, si es que los tiene, analizar sus expresiones y descubrir cuánto de mentira o de verdad hay en ellas.
Por otra parte, la temperatura política ambiental va a ir subiendo conforme pasen los días porque la calentura se inicia en el interior de los partidos o movimientos. Los enfrentamientos entre los cófrades de una agrupación van desde cuestionamientos pueriles hasta insultos nada disimulados peleándose un sitio en la lista de congresistas, de donde resulta la división, muchas veces irreconciliable en el plano personal.
Pero todo eso no es más que una pantalla, es poner en los ojos del elector una falsa postura de identificación con sus necesidades, que luego de conseguir su propósito, quedarán en el olvido.
El mundo siempre ha girado en las ambiciones de los gobernantes de turno. Y de eso debemos ser conscientes para no cometer más errores de los que hemos tenido a lo largo de nuestra vida electorera, elegir al menos indicado, al que más ha mentido.
Los ex presidentes que pretenden repetir el plato, los congresistas que ansían seguir en la curul, nos dirán cosas bonitas, descaradas las más, para tentarnos a votar por ellos.
En estos tiempos, cuando los ciudadanos sientan que los partidos y movimientos políticos se ponen en acción, cuiden las paredes de sus casas y tápense los oídos para no escuchar cantos de sirenas.