El tema siempre estará presente por el daño que hace a la sociedad en su conjunto y a la familia en particular. La trata de personas y explotación sexual, en todas sus modalidades, es asqueroso, vil y degradante.
Sabemos que la pobreza es la principal causa que lleva a los menores a buscar una fuente económica para solucionar sus problemas personales y familiares. Los empleos prometidos son solamente pantallas en las que se escudan los traficantes de personas para llevarse a menores a centros de prostitución donde los esclavizan.
En la misma ciudad, hay personas que se dedican a contactar con jovencitas menores de edad a las que engatusan con prendas de vestir, cosméticos, zapatos e invitaciones a cenas con personas mayores, en su mayoría empresarios, quienes están dispuestos a pagar buenas cantidades por los servicios sexuales de menores de edad, varones y mujeres.
Al respecto, se han dado muchas reuniones multisectoriales con la presencia de todas las autoridades para tomar acciones que combatan y erradiquen el delito que nos ocupa. Pero de las reuniones no se ha pasado a la acción, según ha declarado la abogada Rita Ruck, asesora legal del Vicariato Apostólico de Iquitos.
Y eso es cierto, porque hasta el momento no se ha dado ninguna campaña que sensibilice y oriente a la población a tomar conciencia de lo que es y el peligro que representa para los hogares, la trata de personas. Menos sobre información precisa para denunciar los hechos.
Acudir a reuniones solo para la foto o la cámara de televisión no es lo que queremos de las autoridades, sino acción efectiva para erradicar la trata de personas y poner a buen recaudo a quienes cometen este delito. Vamos a estar atentos a lo que ocurra de aquí en adelante en lo concerniente al tema.