Al conmemorarse los cincuenta años de canonización del santo peruano y universal San Martín de Porres, el Vicariato Apostólico de Iquitos realizó una procesión de la reliquia del santo que recorrió las instituciones más representativas de nuestra ciudad, entre ellas la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), que la recibió con entusiasmo, alegría y fe católica en su aula magna, donde estuvo presente la familia unapense integrada por autoridades, docentes, estudiantes y trabajadores administrativos.
Fue el martes 27 de noviembre al mediodía que la reliquia del santo llegó en procesión a nuestra Universidad, cargado en hombros por sus devotos, recibiendo los aplausos y el cariño de los presentes. Seguidamente, se realizó una celebración litúrgica que estuvo a cargo del sacerdote Isidro Lazo Valera, coordinador de la Pastoral Universitaria. También participó el reverendo padre Raymundo Portelli, párroco de la iglesia San Martín de Porres de Iquitos.
Durante la ceremonia se pidió la bendición para la familia unapense, en especial para que ilumine las mentes de los hombres y mujeres que tienen y tendrán en sus manos los destinos de la región y el país. El vicerrector administrativo, Heiter Valderrama Freyre, agradeció la deferencia del Vicariato Apostólico por considerar a la UNAP en el recorrido de la reliquia que es de mucha significancia para la comunidad universitaria, acto que engrandece y fortalece la fe cristiana.
El padre Raymundo Portelli hizo una breve reseña histórica de San Martín que nació el 8 de diciembre de 1579, hijo de un importante hidalgo y de una mulata, en Lima (Perú). Martín comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle.
Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, iban a buscar alivio tanto caballeros como corregidores. Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario, donde pidió la admisión como donado para pasar luego a hermano. De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para remediar la crisis. Murió tal día como hoy en 1639. (UNAP)