Los magos que hacen desaparecer dinero

Las denuncias de ciudadanos de diferentes partes de la región, sobre escandalosos malos manejos de los fondos públicos de las municipalidades y de las sub regiones del Gobierno Regional de Loreto, nos hace pensar que estamos en un estado moral realmente caótico y por el bien de las provincias y distritos no puede continuar así, debiendo hacerse una reingeniería del comportamiento de las personas que son autoridades y de quienes, desde hoy mismo, aspiran a un puesto público mediante el voto popular.

No es dable, por ninguna razón, que quienes fungen de alcaldes y gerentes de las sub regiones estén cuestionados seriamente y con pruebas contundentes, del mal uso que le dan al dinero, el que por arte de birlibirloque desaparece, sin que la obra haya sido iniciada y hecha en su totalidad, del que se rinde cuenta al cien por ciento. Son unos magos haciendo desaparecer los billetes.

Los pobladores con toda razón se ajustan los pantalones y vienen desde los más alejados puntos de nuestra vasta región a presentar sus denuncias ante el Ministerio Público, porque no quieren ser cómplices con su silencio de quienes no se conducen con honestidad en sus gestiones, disponiendo del dinero como si fuese de ellos.

No hay un alcalde que no esté  totalmente limpio en su gestión. Todos tienen un algo que les mancha y los estigmatiza, presentándoles como lo peor, perdiendo sus honras y dignidades. No se sabe a ciencia cierta por qué, cada una de esas personas que han logrado especialmente un gobierno municipal cambian totalmente en sus comportamientos, volviéndose déspotas hasta con sus mismos partidarios a quienes hasta les desconocen, ignorándoles totalmente. Es increíble que cuando ya son autoridades hasta se vuelvan tramposos que no honran su palabra, que les da igual que les digan señor o ladrón. Lamentable que a ese nivel hayan llegado los políticos no solo de aquí, sino de todo el Perú y hasta del mundo.

Alguien dijo que en política cualquier cosa puede suceder. Y eso es cierto. Hasta llegan a sacrificarse en una candidatura partidaria para cederle la oportunidad a un extraño que nunca supo de la doctrina del partido por el que postula, si es que tiene doctrina. Luego vienen los acomodos de los más allegados y ahí comienza la repartija, los negociados que se urden a la sombra y después las denuncias de evidente enriquecimiento ilícito, porque no se puede explicar cómo quien tiene un sueldo de 800 soles en un par de años tenga casa de dos pisos y carro a la puerta, claro que a nombre de terceros.

La justicia tiene que pensar en mecanismos más eficaces, más eficientes, en demostrar que ciertos tipos, efectivamente son delincuentes disfrazados de autoridades, de altos funcionarios y de humildes servidores. Ponerle freno a esta desgracia, será devolverle la confianza al pueblo, que ya no cree en quienes le prometen trabajar para él, pero que al final terminan forrándose los bolsillos. Y por eso, se desesperan.