93 años del APRA

A propósito de la fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana.

Por: Edgar Valdivia Isuiza

«Muchas veces estuve solo. Muchas veces supe de la tremenda realidad de la incomprensión y del olvido. Pero no desmayé nunca. La decisión de vencer, detenida por todos los obstáculos, no me abandonó un solo día. Me había propuesto que el Partido surgiera vencedor del olvido, de la ignorancia, del pavor, de la desorganización. Y el Partido insurgió poderoso…. El aprismo es hijo de la voluntad que encarnó en el dolor de un pueblo, engendrando en él una fuerza orgánica y poderosa que habría de servirle de instrumento vital para alcanzar la justicia…. Con la alegría profunda de los luchadores fuertes, con la convicción de nuestra gran causa, con la decisión de vencer, seguimos adelante…Seamos dignos del pueblo y hagamos que el pueblo sea digno de nosotros». Víctor Raúl Haya de la Torre.

Zoila Rosa Guevara Cárdenas (QEPD), mi señora abuela materna fue la primera persona a quien escuché en sus palabras el nombre del APRA, era 1971, me aprestaba a iniciar los estudios secundarios en el Instituto Técnico Industrial «Julio C. Arana» N° 07 (ITI), antes Politécnico Regional del Oriente (PRO) ahora Instituto Superior Tecnológico Público «Pedro A. Del Águila Hidalgo». Hacia remembranza de muchas personas que radicaban en la localidad de Tamshiyacu, capital del distrito de Fernando Lores en la provincia de Maynas que habían abrazado la filiación aprista y sufrían persecución, tanto así que muchos de ellos llegaron a localidades de la selva peruana a guarecerse de la cruenta cacería de gobernantes dictadores de turno. La localidad de Tamshiyacu se había convertido en residencia de muchos apristas perseguidos, que mantuvieron el anonimato para evitar ser carne de la Policía del régimen. En el ITI, en aula contigua al que me correspondía en las tareas educativas daba clases de Taller en Electrónica el Prof. Wilson Ramírez Morí (QEPD), también oriundo de una localidad cercana a Tamshiyacu, hablaba de aprismo y de Haya de la Torre a sus alumnos en momentos de recreo y de cuando en vez se trasladaba a las aulas cercanas a la suya, entre ellas la mía, ahí empezamos a tomar conocimiento primigenio de la historia del movimiento estudiantil aprista, la Federación de Estudiantes Secundarios del Perú-FESEP, tanto así, que el tema lo tomanos en serio que hasta hicimos una protesta contra un docente que era Técnico de la FAP, que dictaba el curso de Prácticas en Talleres de Electrónica, acordamos no ingresar a sus clases hasta que la Dirección del ITI determinase su cambio por conductas antipedagógicas y de maltrato a los estudiantes. Varias semanas no ingresamos a clases del curso, al final lo cambiaron. El tema del APRA había prendido en nuestras motivaciones estudiantiles. Años posteriores y semanas antes de los exámenes de admisión a la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), en la segunda parte final de la década del 70 nos matriculamos en la aprista Academia Pre-Universitaria «Albert Einstein», 30 días fueron suficientes para afianzar nuestras identidades con el gran movimiento aprista, fuimos elegidos junto con otros estudiantes dirigentes del Frente Único de Postulantes (FUP). El trajinar infinito con las banderas del aprismo había comenzado.

Han trascurrido muchísimos años desde aquel diálogo casual con mi señora abuela, que no era militante del APRA, pero que sirvió de esencia para encaminar ms convicciones políticas y partidarias. Ahora 07 de Mayo del 2017 el APRA, el gran movimiento continental cumple 93 años, desde que en el lejano 1924,  en la Universidad Autónoma de México, el entonces exiliado joven político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, hacía entrega a los estudiantes mexicanos de una bandera roja con letras y símbolos dorados con el mapa de la soñada Indo América, con un histórico mensaje, fundó el APRA. Muchos incrédulos de la época, pergeñaban que el acontecimiento era uno de los más que periódicamente promovían los politicastros peruanos de inicios del siglo XX para fosilizarse en la administración del Perú. No dudaban en afirmar que la actividad de la novísima organización política iba a durar el tiempo que podrían -según ellos- esfumarse las emociones de su fundador. Craso error, no entendieron que el APRA nacía a la luz de una Doctrina, de una matriz ideológica y una teoría económica de gran envergadura,  vislumbrándose como una organización de dimensión continental sustentada en el estudio de la dramática realidad política, social y económica que envolvía al Perú y a la patria continente.

El APRA emergía como una organización de gran arraigo popular para cambiar la dinámica y la forma de hacer política en el Perú y en los países de Indo América. Surgía un nuevo lenguaje, una nueva actitud colectiva, que interpretaba el sentimiento y el contexto vivencial de las gentes, se afirmaba un liderazgo construido al fragor de las luchas populares, nuevos escenarios se forjaban en pos del nuevo país y la gran patria continente que se avizoraba edificar bajo la conducción del Gran Frente Único de los Trabajadores Manuales e Intelectuales, para hacer frente al enemigo común de ese entonces que se apropiaba de las plusvalías nacionales. El Programa Máximo del APRA se convertía en instrumento orientador que visionariamente diseñara Víctor Haya de la Torre. Un esquema programático que direccionaba la lucha política para forjar la democracia con justicia social, que se resumía en el lema de combate: Pan con Libertad. Esta acción fundacional que marcó historia en Indo América fue una de las fuentes de donde bebieron muchos políticos de renombre y partidos de diversos países latinoamericanos. .

Este es el punto de partida para la formación del APRA. Víctor Raúl Haya de la Torre, fiel a su gran tarea de propagandista y organizador, en su infatigable trajinar para hacer realidad la gran tarea de reivindicación de los pueblos de Indo América, escribe importantes artículos de la doctrina que con mucha consistencia y solidez creativa e innovadora denominó aprismo. El APRA como movimiento continental crecía y se cimentaba.

Ahora, a 93 años de azarosa vivencia, con un largo y gran derrotero histórico, con un indiscutible legado en la construcción de la democracia social, con un país en proceso de estabilización y consolidación institucional, en un contexto de inserción e importante protagonismo internacional, el APRA se muestra como un importante referente de opción programática y de gobernabilidad en el mundo. A los miles de militantes apristas del Perú profundo que dieron su vida, sufrieron cárcel, destierro y martirologio al pregonar la causa aprista, por un mañana mejor para todos los peruanos, el gran homenaje y reconocimiento reflexivo, sincero y fraterno al celebrarse un nuevo aniversario  del APRA, que cada vez enraíza su perennidad en la conciencia de las nuevas generaciones, en la identidad de los ciudadanos que acrecientan su adherencia a postulados que están signados por convicciones y paradigmas de libertad y justicia a la luz de los profundos cambios políticos, sociales y tecnológicos del mundo. Nuevos horizontes se abren al influjo del trabajo y las oportunidades que forjan los peruanos. Corresponde al APRA afianzar ese esfuerzo colectivo. Las duras lecciones del pasado exigen a todos mucha madurez que salvaguarde y fortalezca la democracia como mecanismo vital de justicia y redistribución de riqueza. El Perú no puede retroceder a épocas aciagas. Es hora de avanzar.

 

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