Fernando Herman Moberg Tobies
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@FernandoMobergT
Había sido un mes movido, viajé a Cusco para dar una conferencia, y dos días antes de volver peleamos hablando por celular, dejamos de hacer videollamadas y me entregué a la naturaleza de la sierra, regresé a Iquitos y nos vimos, sabíamos que una vez besados, yo no resistiría, perdoné sus impases y seguimos.
A los días tenía que salir nuevamente, viajar a Puno para un evento con ministros de Estado referente a promover proyectos para jóvenes, casi siempre mis salidas se terminaban contaminando por discusiones o lo que fuera, así que esta vez quedamos en vernos a mi regreso sin conversar o tener contacto durante el viaje, intentando ver si por ahí sí me extrañaba y dejaba de hacer tonterías, y aunque lo hiciera, no saber era lo que me importaba.
Me llamó al tercer día de los cinco restantes para volver, me pidió algo y le respondí que no estaba en la ciudad, que no podía atenderla y que la vería el domingo que regresaba, me cortó molesta y yo intenté no hacer caso, tenía miedo que se resintiera hasta el nivel de no vernos ya que en menos de una semana yo iba a Europa, pero no cedí.
Meses atrás mi abuelo presentía que algo raro pasaba, me llamó y junto a mi madre me pidieron que me vaya unos días fuera del país, transfirieron dinero a mi cuenta para los pasajes y hoteles, querían motivarme a salir en busca de otros sueños que me alejaran de la relación que me distraía de lo que ellos referían para lo que me habían formado, y acepté.
Llegué de Puno un domingo de noviembre por la noche, me esperaba una agenda de trabajo todo el lunes en la ciudad, y el martes salía nuevamente hacia Lima para luego partir hacia Madrid. Su suponía que ya no seguíamos, que nuestra relación se había terminado, o eso creían nuestras familias, aunque dudando, mi papá guardó el carro, entré a mi departamento y apareciste, estabas escondida en la esquina.
Tenía que irme, el viaje era algo que yo quería y había pedido en algunas ocasiones, pero no se estaba dando como lo pensaba, se suponía que era el viaje de reconexión personal, de superación de una relación tóxica que me estaba estancando en la mediocridad humana, veía a mi madre emocionada y me partía el corazón, ya que mi palabra no tenía consistencia y les estaba mintiendo, porque habíamos vuelto.
Ese lunes acabó con sus besos, ahora no se si reales o fingidos, el martes nos despedimos conversando echados en mi cama, mirando la pared, la misma pared que por más de un año nos contempló sin entendernos, sin conocernos profundamente. Llegó el taxista amigo de su papá, nos besamos y miramos como despidiéndonos para siempre. Ese viaje lo cambió todo.
La amaba hasta el nivel de no poder pensar en nada más, si en viajes de menos de una semana nos alejábamos, qué serían tres semanas, yo estaba intranquilo, sabía que iba a querer estar pendiente de las cosas que ella hacía en Perú, y eso iba a hacer que no gozara del viaje al máximo, tirando al agua el dinero de mi familia, y más aún por mí.
En Lima me reuní con mis dos mejores amigos en el departamento de mi hermana, armamos mi agenda de viaje, Luis se encargó de seleccionar minuciosamente y pagar por la web los hoteles en los que estaría, mientras que Sergio y yo comíamos pizza contando anécdotas del pasado. Llegó el momento crítico, mi hermana antes de salir a una pasarela que tenía en la Embajada de Estados Unidos, me alucinó porque yo estaba puesto el polo del equipo en el que ella jugaba y que me había regalado; así que Sergio empezó preguntándome que era de la individua, les conté todo, a mis mejores amigos jamás les he mentido y no lo haría, Sergio que es el más estricto me dijo sus puntos fríos y precisos, mientras que Luis que me entiende más en estos casos, me decía deja que fluya hermano.
Me arriesgué, viajé al viaje de huida estando con ella, la salida, la solución, la inversión desaparecía, y yo a pesar de todo sentía que algo iba a pasar. Nunca comprendí qué es lo que tanto nos ataba, pero fue difícil para los dos, cada uno a su estilo.
Era la primera vez que hablábamos a cada rato por celular, yo estaba medio sorprendido pero no quería creérmelo por completo, videollamadas, videos, fotos, audios, su prima me contaba que le decía que me extrañaba al igual que su mejor amiga, y yo no entendía si es que era real tanta felicidad. Llegué a Madrid y solo quería estar conectado al internet, la diferencia de horas en algunos momentos me desesperaba, un doctor de la Universidad de Madrid era mi anfitrión, pasaba por el hotel y me llevaba a conocer todo lo referente al arte y a la historia que él sabía que a mí me fascinaban, pero igual quería volver rápido al hotel para saber en qué estaba.
Siempre hay espacios de conciencia que aparecen, a veces tan fugaces que ni los tomamos importancia, tenía que soltar, me estaba convenciendo que no estaba bien la situación, mirando la calle Sagasta desde el hotel en el que estaba, las ideas daban vueltas en mi cabeza sin detenerse, no me resistí, no escapé, empecé a ver cada una de mis dudas desde otros enfoques fuera de mis excusas, el sol entraba en la habitación pintada de blanco y el cuarto brillaba de paz, una paz que intentaba llegar a mi alma, secando las lágrimas que estaban en mis ojos, el mensaje había llegado, era momento de parar.
Salí a caminar para bajar un poco la ansiedad distrayéndome en las infraestructuras y en lo que había en las calles, me quedaban tres días en Madrid y no había disfrutado, conectado con su magia, pasando por un café que aún mantenía el mismo código wifi del día anterior, mi teléfono cogió señal y me llegaron audios de un gran amigo.
Me sorprendió cada palabra, la sensación que estaba en todo mi cuerpo era nuevo, quería tomar el primer avión, dejar todo y volver de inmediato a hacerme respetar, a poner en orden, me senté, respiré, y me pregunté, qué es lo que estás pensando, mira más amplio el panorama, no vas a dejar todo por alguien que no tiene valores ni formación, tranquilízate, siempre vas a querer estar así? todos los viajes es lo mismo, viajas y nunca disfrutas porque siempre pasa algo, y de ahí te sientes insatisfecho cuando las cosas que tienes o haces no las puede tener cualquiera, y te sientes vacío? No tiene lógica, párala, déjala ya, es momento de gozar, estás en Europa.
Le dejé a medias las pistas del porqué desaparecía, hice algunas cosas por la pasión del momento para que sintiera un poco la presión y la eliminé. Me entregué nuevamente a mis pensamientos, en la única habitación del hotel que en el segundo piso recibe el sol directo por las mañanas, tenía que terminar, aunque no nos llevamos por mucho, yo soy de la generación de los 90 que aún ven al amor como lealtad y compañía, frente a ella que es de la generación del 2000 que ven al amor como sexo y diversión, entendía que no funcionaría, cuando éramos amigos, me contaba todo lo que hacía, pensaba y sentía, no sé en qué momento dejé de ver las cosas claras, yo sabía cómo era ella, y de pronto sus palabras no eran suficientes para que yo la creyera, siempre había algo que no encajaba y yo solo callaba, tal vez porque a las justas el tiempo me alcanzaba para trabajar y verla, que pensar en desestabilizarme me acarrearía más problemas, hasta económicos, y eso no podía permitírmelo.
Lloré todo el día, pero no por ella, sino por lo que yo me había hecho, por lo que yo había permitido que me hicieran y que yo mismo me hiciera, lloré hasta quedarme dormido, y hasta en mis sueños lloré, había perdido la oportunidad de una empresa que tenía futuro, mi imagen social se había puesto en cuestión, me alejé de mi familia, dejar de pasar tiempo con ellos, de almorzar con mis amigos, de las salidas culturales, de sentir y vivir, me habían direccionado a callar y esconderme, me habían marchitado, permitiendo que yo dudara de mis convicciones.
Desperté tranquilo, con mucha hambre ya que había dormido un día entero, me sentía en paz, tanto que eliminé todo lo que me pudiera hacer recordar sin que me interesara mantener algún recuerdo, sin sentimentalismos, puse música, canté al compás del cantante toda la canción All These Things That I`ve Done de The Killers… you`re gonna bring yourself down… te derribarás…, amo esa canción, su letra y sonido llena parte de mis sentimientos, me duché y salí a gozar de las calles de Madrid con otros ojos, con parte de mi alma liberada.
Me fui a París, caminé más que nunca, el celular solo me servía como cámara, para hacer algunos videos y tomar fotos, no me interesaba estar en línea, ya estaba atrapado en el primer mundo, en su interesante proceso manipulado de poder y vanidad, cada día me entendía mejor, veía más claro las situaciones por las que había pasado y, por encima de todo, las cosas que había dejado y perdido por andar distraído.
En Roma ya no estabas en mis pensamientos, volví a sentirme motivado, emocionado por aprender, conocer, saber más, avanzar, entender, volver a mis sueños, emocionado por volver a construir lo que me había costado mucho sacrificio y perseverancia promover. En Venecia llegué al cielo, asistí al conservatorio de música donde hubo un concierto en honor al compositor Vivaldi, y el violín, el violonchelo, el eco acústico de las notas en las paredes me transportó a mi adolescencia, a esos otros sueños que dejé abandonados, a esas ilusiones que me hacían correr, y estaba dejando uno nuevo, no podía permitirlo, Venecia me inspiró nuevamente.
En Ámsterdam me preparé para volver, me quedé sentado por más de dos horas mirando el río, los trenes, las casas, las luces, la luna gigante que de años se veía en el firmamento, filosofando conmigo mismo, haciendo un análisis de todo el viaje y de lo que había estado pasando antes de ir a Europa, caminé hacia el hotel contento de ya volver a mi tierra, a seguir haciendo lo que estoy haciendo, caminé al hotel con paz, agotado pero tranquilo de saber que sin tomar en cuenta la relación amorosa que trató de destruirme, siempre estoy involucrado en múltiples cosas que apuestan al cambio y a beneficios que ni siquiera llegarán a mí, pero ahí estoy, empujando, alzando la voz, exponiéndome, diciendo lo que se tiene que decir, enfrentando por el cambio, siendo el escudo de los que están detrás, a veces muy desolado y descuadrado pero firme, me levanto y hasta sin entender los porqués bien claros sigo apostando por hacer la diferencia, por la re-evolución amazónica.