Palabras del Nobel

En un reciente encuentro de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 con los jóvenes estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú, recordó ante el magno auditorio que el petróleo y el cobre le pertenecen a los peruanos. Fue como un te digo Pedro para que lo entienda Juan.
En efecto, las riquezas naturales son de todos los peruanos, pero en su condición intrínseca y eso lo sabemos desde niños. Por eso, lo que hizo Stiglitz, fue recordarnos algo que nunca hemos debido olvidar, agregando que su explotación debe “colaborar en la reducción de las brechas sociales”, reducir la pobreza en otras palabras.
Fue un clarísimo mensaje a todos esos gobiernos, entre ellos los nuestros, que cuando negocian, en nombre del Estado peruano, con las compañías extranjeras, pareciera que estarían ofertando el precio de cualquier baratija y no grandes riquezas con las que podríamos cambiarle la vida a nuestra gente.
Aquí en Perú, las empresas extranjeras que vinieron a explotar el petróleo en la selva, desde el primer momento, fueron las grandes beneficiadas en materia de impuestos, igv y otras obligaciones de las que fueron exoneradas, un gran dineral que se llevaron limpio de polvo y paja todas las operadoras del preciado oro negro, que hasta el momento, no ha dejado más que pobreza y ningún gran adelanto para el poblador amazónico peruano que sigue permaneciendo en un lamentable nivel educativo, cuando por ahí hemos debido empezar cuando teníamos los millones del canon petrolero.
La educación es la base donde se forma una sociedad, por eso es el pilar más importante sobre el cual se debe edificar un país, una nación.
Ojalá que el gobernante de turno y todos quienes pretenden una candidatura, tengan en cuenta las palabras de este hombre que con solo una frase enseña un mundo de cosas, temas que deberían priorizar cuando tienen el poder de hacerlo. Anteponer otras cosas al desarrollo de la persona es indigno.
Las reflexiones hechas por el Nobel, en su visita a Lima,  ha dejado más que satisfechos a los alumnos de la PUCP y eso, ciertamente, es un privilegio.