Y tu candidato ¿ya habla del cambio climático?

Por: José Álvarez Alonso

El título de la nota es el de una campaña que un colectivo de casi 2,000 ciudadanos de todo el país está impulsando para sensibilizar a los candidatos a los 24 gobiernos regionales del país, de modo que incluyan en sus propuestas acciones para enfrentar los riesgos del cambio climático. La iniciativa nació del Programa de Adaptación al Cambio Climático – PACC Perú. La campaña se realiza prioritariamente por Internet, pero también a través de diversos medios de prensa. Su meta es lograr que al menos 100,000 cibernautas intercambien opiniones y propuestas en su página de Facebook, y exijan a sus candidatos a los diferentes gobiernos regionales la exposición pública de sus planteamientos frente al cambio climático (los interesados pueden acceder a www.climaelectoral.com).

Como se sabe, Perú es uno de los países más vulnerables a lo que ha sido calificada como la mayor amenaza que enfrenta la Humanidad desde su origen: el cambio climático. No escucho casi radio (ayuda al equilibrio mental) pero sí leo prensa y veo algo de televisión local, y no recuerdo haber escuchado a ningún candidato en Loreto ni siquiera hablar sobre el grave problema del cambio climático. Las discusiones sobre quién está detrás de tal o cual tacha, o qué obrita es más prioritaria, dominan el escenario, mientras faltan propuestas de mediano y largo plazo, realistas y técnicamente sustentadas.

Loreto, al igual que otras regiones amazónicas, ya está sufriendo los efectos del cambio climático; el más reciente y visible fue (o es, porque no acaba todavía) la sequía pertinaz del presente año. No es nueva, más bien es una réplica recargada de la del 2005, y ha tenido impactos serios en el transporte fluvial y el abastecimiento de agua, gas, cemento y alimentos a Iquitos y otras ciudades. También, por supuesto, ha afectado otras actividades económicas como la agricultura y la acuicultura, aunque no ha sido todavía adecuadamente evaluado el impacto. Los expertos predicen que cada vez habrá más fenómenos extremos, entre friajes, sequías, lluvias torrenciales fuera de época y huracanes.

Escribo estas líneas desde Pucallpa, y el escenario es muy similar a lo que he visto recientemente en las provincias altas de Loreto, y en la región San Martín. La gente está sumamente sorprendida y preocupada por los cambios cada vez más conspicuos en el clima y en los cursos de agua; durante las últimas semanas, los cielos de Ucayali han estado cubiertos de una espesa capa de humo que, a decir de los expertos, proviene de los estados sureños de Brasil, donde se están produciendo enormes incendios, aunque también en la provincia ucayalina de Coronel Portillo ocurren muchos incendios de pastizales e incluso en plantaciones de palma, debido a la sequía.

Los impactos de la excepcional sequía en los ecosistemas amazónicos no son sólo inmediatos, y es muy probable que se repitan los efectos retardados de la sequía del 2005: recordarán los loretanos la escasez sufrida durante el 2006 de aguaje, ungurahui, humarí, camu camu y pijuayo, por citar algunas de las frutas de mayor importancia socioeconómica. Según los expertos, este fenómeno fue producto del estrés hídrico sufrido por las plantas durante el año anterior. Estudios realizados en varias localidades de la Amazonía por un equipo de científicos liderados por O. Phillips mostraron que el 2005 se había producido una significativa mortalidad de árboles de dosel en bosques amazónicos, y un consiguiente incremento en las emisiones de carbono a la atmósfera, lo que le da al hecho una relevancia global. Los impactos en la fauna silvestre terrestre y acuática de estos cambios en el bosque no han sido evaluados, pero se sospecha que han sido grandes. La escasez creciente de pescado en los ríos amazónicos tiene probablemente entre sus causas al cambio climático, aparte claro está de la desidia humana (de pescadores irresponsables pescando con tóxicos, explosivos y redes de malla menuda, y de funcionarios ineptos que no hacen nada por frenar estos actos delincuenciales).

¿Qué puede hacer un presidente regional para enfrentar el cambio climático? quizás se pregunten algunos. En principio, poco. Pero aunque desde Loreto no podamos hacer mucho por cambiar las tendencias del clima mundial, sí podemos impulsar estrategias y medidas de adaptación, y quizás hasta mitigación de sus efectos. Lo que no podemos es esperar a que nos caigan los problemas encima sin estar preparados, como ha ocurrido con algunas ciudades que han sufrido restricciones extremas de agua, con apenas dos o tres horas de agua al día (por ejemplo, Tarapoto en San Martín, o Bagua en Amazonas), y donde miles de hectáreas de productivos cultivos de arroz y cientos de piscigranjas han sido afectadas gravemente por la escasez de agua. Ríos del tamaño del Cumbaza, cerca de Tarapoto, hace unos años caudalosos, hoy se muestran casi totalmente secos por efecto de la deforestación irresponsable en las partes altas y los cambios en el clima. Debemos aprender de los errores de nuestros vecinos para no repetirlos.

Por ello, un plan de gobierno serio para una región amazónica no puede hoy andar planteando proyectos desgajados y sin visión, cada uno por su lado, sea de desarrollo vial, agropecuario, energético, de infraestructura o de cualquier tipo. Deben ser parte de un plan estructurado, con visión del territorio y del paisaje, con ordenamiento de los usos de acuerdo con las capacidades y limitaciones de los suelos, y con visión de mediano y largo plazo, en el marco de los nuevos retos y amenazas del cambio climático y otros escenarios consecuencia de la globalización (por ejemplo, tendencias de los mercados).

Por ejemplo, sabiendo lo importantes que son los bosques para mitigar la sequía y otros efectos del cambio climático, no se puede andar promoviendo irresponsablemente carreteras de penetración en la selva, con sus ruinosos y arcaicos proyectos de colonización (que lo único que han hecho es producir pobreza y degradación en los ejes carreteros), o proyectos de promoción masiva de monocultivos industriales que requieren el uso masivo de pesticidas y fertilizantes. Ni se debería promover ni permitir el desarrollo de actividades de alto impacto en cabeceras de cuenca (por ejemplo, minería, o agricultura intensiva), especialmente si abastecen de agua a poblaciones.

Todo proyecto vial, energético o productivo tiene que ser analizado cuidadosa y técnicamente en el escenario actual de riesgo climático, y evaluar sus posibles impactos tanto en los ecosistemas, como en las fuentes de agua y los recursos de subsistencia de la población local (bosques, quebradas, cochas, etc.). Para eso existen herramientas, como la zonificación ecológica y económica, y los estudios de impacto ambiental y social. En este mismo contexto deben ser evaluados los megaproyectos que impulsa el Gobierno Central y que podrían afectar seriamente a la Amazonía, como el trasvase a la costa de las aguas del Marañón y el Huallaga, y las hidroeléctricas.

Como alternativa a los modelos de desarrollo agropecuario «costeño» no apropiados para la realidad ecológica y sociocultural de la Amazonía baja, y que agravan los efectos del cambio climático, los candidatos deberían plantear alternativas adecuadas a la realidad regional, como por ejemplo: impulsar el aprovechamiento del bosque en pie, potenciando la industria forestal con valor agregado; impulsar el ecoturismo, la industria sin chimeneas, protegiendo los recursos turísticos -principalmente paisajes naturales-, y ordenando y «silenciando» de una vez por todas la ciudad de Iquitos, para que los turistas se queden unos días y gasten su plata también en la ciudad; y apoyar modelos de desarrollo comunal autóctonos, basados en la sabiduría ancestral de las comunidades amazónicas, con énfasis en el aprovechamiento sostenible y la agregación de valor a los recursos naturales renovables de flora y fauna, de los bosques y los cuerpos de agua en su estado natural.

La agricultura tiene su espacio, por supuesto, y ni qué hablar de la acuicultura, pero de acuerdo con una zonificación de la capacidad de los suelos y acorde con la cosmovisión y las costumbres de la población local. En donde esto se ha hecho, como por ejemplo en la cuenca del río Tahuayo, las comunidades han mejorado significativamente su calidad de vida y sus ingresos, y hoy disponen de abundante pescado, carne de monte e ingresos por turismo y por la exportación de artesanías.

Muchos de los ríos de Loreto tienen sus nacientes en otras regiones, y en sus cabeceras se están desarrollando las actividades de mayor impacto ecológico, como deforestación para cultivos comerciales, contaminación del agua por cultivo y procesamiento de coca, y minería informal. Varias instituciones de Loreto, incluyendo el Gobierno Regional, la Cámara de Comercio, las organizaciones indígenas base de AIDESEP, y la Universidad Científica del Perú están impulsando la creación de un espacio de concertación de estrategias y acciones con las otras regiones amazónicas para enfrentar de forma conjunta y articulada los riesgos del cambio climático. Esperemos que otras regiones y organizaciones respondan rápida y efectivamente a esta iniciativa. La situación amerita medidas de emergencia.

Un comentario sobre “Y tu candidato ¿ya habla del cambio climático?

  1. Eso del conocimiento ancestral coincide con mi propuesta integral de desarrollo rural, pero no es real aludir exito en el Tahuayo cuando no es verdad, puesto que lo mismo se hizo en el Nanay y hoy no es mas que un fracaso, la verdad es que me parece que el tema requiere de un análisis mas profundo. Yo estoy a punto de lograrlo cuando establezco que se debe respetar el modelo de desarrollo que la poblacion local decida impulsar.

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