Víctimas invisibles

Es interesante que cuando se tiene una fecha conmemorativa como el Día Internacional de la Mujer, salga una gran diversidad de opiniones y se asocien hechos que lleven a la reflexión. Más que todo sobre la coherencia entre nuestra palabra y la acción.
Toda esta semana se habló y se seguirá haciéndolo porque se desarrollarán más actividades hasta la quincena de marzo, todo en el marco del Día de la Mujer. Y se abordarán temas como la violencia física hacia la mujer, esa que deja marcas.
En realidad, el tema de violencia contra la mujer se da en todas las edades. Así esta semana se conoció el caso de una mujer que fue violada por un vecino a los 8 años y ella regresó a su barrio para conversar con él y reclamarle su actitud. Le grabó.
Con este material probatorio puso una denuncia en Lima y no prosperó porque según le explicaron el caso ya ha prescrito. Ante esta respuesta ella está denunciando en la Corte Internacional de Derechos Humanos.
Ella ha contado que lo que desea es que se haga justicia y que este hombre no siga haciendo lo mismo con más niñas, ya que en el barrio donde vivía en Lima hay muchas niñas y niños que juegan, y el agresor sigue en el lugar, ha advertido.
También quiere justicia porque de niña sufrió mucho por ese hecho horrendo que no lograba comprender por qué había pasado, y que tuvo que tener mucha fuerza mental y espiritual para superar, entre otras manifestaciones, la depresión, el aislamiento y las pesadillas nocturnas.
Entonces se visibiliza una historia triste, que a fuerza de mucha voluntad se convirtió en una adulta realizada profesionalmente y como mujer. Y nos preguntamos cuántas historias más habrá que nunca se conocerán y los criminales están libres. Esto en el tema de violencia sexual.
Como sabemos existen diversas formas de violencia contra la mujer, la psicológica, la desigualdad de derechos, la explotación laboral infantil. Esto último va como un problema que no se visibiliza y muchas que gritamos justicia hasta tenemos una “niña o adolescente doméstica” en casa, a quien le negamos derechos. Necesitamos más coherencia entre lo que decimos y hacemos.