Las agresiones y constantes ofensas mutuas entre la representatividad del Ejecutivo, llámese fuerzas policiales (incluido ciertos medios de comunicación) y los manifestantes de varias regiones que llegaron hasta la ciudad de Lima desde el sur del país, ha pasado los límites de enérgica protesta para tornarse muy violenta desde ambos lados.
Sea con infiltrados o no, es el momento de buscar los mecanismos de frenar un descontento profundo que se reconoce, con acuerdos viables para el país, en lo que deben ayudar los gobernadores regionales que se van a reunir en las próximas horas, dando luces si de todos modos es necesaria plantear la renuncia de la presidente Dina Boluarte, siendo la principal exigencia de las masas que protestan.
El rechazo se ha incrementado luego de decenas de muertes y que la Mandataria no ha sabido mostrar empatía en su condición de representante de la Nación al tratarse de vidas perdidas de peruanos y peruanas (pueblo y policía), al margen de sus posturas; así como tampoco los manifestantes han podido librarse de gente muy violenta que han entrado a sus propósitos.
Urge diálogo, aunque al parecer por estrategia ante la situación del Estado de Emergencia no se visibilizan a los representantes o interlocutores válidos, lo cual debe gestionarse, ya que se está desbordando la indignación contra el Ejecutivo y el Legislativo (Congreso), aunque los congresistas en esta última semana casi han desaparecido del escenario.
A lo que se suma que más que intervenciones de inteligencia efectiva, se viene viendo una represión cruda que no ayuda ante demandas sociales, más se refuerza la idea de enfrentar a la policía como carne de cañón, ante la ya enardecida población de las regiones del sur del país, en lugar de buscar los mecanismos que lleven a un diálogo, por lo que se muestra a todas luces una debilidad de estrategia política desde Palacio.
Esta idea se refuerza con lo que ha ocurrido este fin de semana con la incursión a la ciudad universitaria de la Universidad Nacional de San Marcos tras una legítima denuncia de la rectora respecto a pérdida de equipos (pistolas) y que extraños habían retirado de su puesto al personal de seguridad, y como respuesta se da el ingreso violento para detener a 193 personas y anoche fueron liberadas 192. Lo que refuerza que hubo apresuramiento y no una investigación policial y fiscal en torno a la denuncia, siendo violentados destacados estudiantes de provincias que allí se hospedan.
Estamos frente a un escenario que, ante nuevas heridas físicas fatales y emocionales de desprecio a lo serrano (cholos), están poniendo como distracción o “cortina de humo” los enfrentamientos entre los efectivos de la Policía que obedecen órdenes y los manifestantes, cuando la exigencia es la renuncia de Dina Boluarte y el adelanto de elecciones generales. Son dos temas en el tapete que tienen que resolverse.

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