Turismo basura

Iquitos, en el mundo, es un destino que poco a poco va introduciéndose entre las muchas opciones que ofrece Perú para el visitante que quiere disfrutar de un espacio de vida, que en su conjunto ofrece la Amazonía toda. No queremos tomar partido ni establecer distancia entre quienes prefieren ver piedras y quienes quieren ver la majestuosidad de nuestros bosques y ríos.
Tampoco es propósito de esta tribuna opinar sobre la eficiencia o no en los servicios turísticos que se brinda al visitante que decide su permanencia en un albergue ubicado en zonas boscosas para estar más en contacto con la naturaleza. En todo caso, son los mismos usuarios quienes deberían opinar sobre ese particular, escribiendo su experiencia en el libro de reclamaciones, con lo que la autoridad del ramo deberá evaluar si la atención es buena, deficiente o mala y qué aspectos del negocio debería subsanar. Esto en el turismo formal.
En el informal, en ese turismo lumpen, el que ingresa clandestinamente por las fronteras y se ubican en las calles de Iquitos, tenemos que incidir con algunas observaciones.
A nadie es ajena la presencia de personas extranjeras desarrapadas, malolientes, que solos, en parejas y hasta en grupos caminan por las veredas esparciendo su pestilencia, entrando a cafés, bares y restaurantes provocando náuseas en los comensales.
Esos mismos se instalan en las plazas públicas para vender sus baratijas y lanzarse a la pista mientras dura la luz roja del semáforo para hacer demostraciones de malabarismo utilizando hasta machetes de verdad, lo que es un serio peligro para todos.
Esos sujetos son los que llegan a nuestra ciudad en busca de drogas o placeres sexuales con menores de edad, constituyendo su presencia una seria amenaza para la tranquilidad pública, porque son un riesgo que uno corre al toparse con un tipo de estos.
Que en otras partes sean bienvenidos, tolerados o aceptados no va a disminuir en lo mínimo nuestra preocupación porque la policía sea más estricta al pedir identificaciones al momento de su llegada a nuestros puertos, porque no sabemos qué rastros van dejando en su recorrido por el mundo. Más control en la inmigración es lo que necesitamos. Este tipo de turismo catalogado como basura no lo necesitamos, con lo nuestro estamos sobrados.