Tranquilidad amenazada

Lo más preciado que podemos tener en un hogar, en una comunidad, en un centro de labores, es la tranquilidad y el respeto mutuo entre quienes se mueven en el entorno, sea entre compatriotas o combinado con extranjeros. Eso no viene ocurriendo en muchos lugares desde los más lejanos hasta los más cercanos, geográficamente hablando.
En el espacio mundial está el terrorismo y en sus diversas formas también. Y bueno, reacciones como la del presidente de Estados Unidos que ordena atacar a Siria luego que se produjo un ataque con armas químicas, entonces la reacción global es que unos condenan y otros aprueban la orden de Trump. Esto es materia de mucho análisis porque cómo hablar de autonomía de un país, cuando sus actos afectan más allá de sus fronteras.
Así vemos que la tranquilidad depende del cómo resolver temas muy complicados dentro y fuera de las naciones. De lo que sí estamos seguros es que la violencia genera más violencia y que se pueden prevenir conflictos si se actúa oportunamente. El asunto es poner freno, por ejemplo, cuando los indicios nos alertan que especie de «ajusticiamientos» avanzan ilegal y criminalmente.
Esto en nuestro escenario local ya se está sabiendo y lo que es más se está denunciando. Un caso es de moradores de la localidad de Padre Cocha dónde se han afincado ciudadanos colombianos para prestar dinero en la modalidad del «gota gota», que entrampa al beneficiario si se atrasa en una cuota, los intereses empiezan a aumentar delictivamente al punto que la deuda se pone impagable.
Entonces viene la segunda parte de la coartada, y es el de quitar objetos de valor de los sorprendidos «clientes», hasta de propiedades de terreno, bajo amenazas sutiles o directas de muerte. Y el problema no termina ahí, porque los habitantes de Padre Cocha se han declarado en guerra en contra de los extranjeros que viven en un terreno cercano a la apacible localidad del río Nanay. Apacible quizás hasta hace unos días atrás.
La tensión aumenta cuando escuchan los disparos al aire y distribuyen hojas de papel con la imagen de las personas que «buscan» para cobrarle. En sí el negocio no está en el préstamo solamente, sino cuando se atrasan, y así los «leoninos e ilegales» intereses suben. Sin duda se están aprovechando de la necesidad de la gente peruana. Claro que es importante también que se negocie saldar las deudas de acuerdo a la evaluación socioeconómica del cliente. Las autoridades tienen que poner punto final a este peligroso tema.
Según se conoce, ya fueron presentadas las denuncias formales en la Región Policial del Oriente, base Iquitos, así como en la Oficina Regional de Migraciones del Perú para conocer la real procedencia y antecedentes de los extranjeros. Además de ameritarse deben ser expulsados del país.