Trágicas decisiones

Esta semana está terminando de una manera trágica por la pérdida de dos jóvenes vidas humanas, por razones que podríamos decir que no justificaría la actitud, aunque en realidad nada puede justificar el hecho de autoeliminarse, que queremos pensar que se hace ya en un estado de transtorno mental que así lo induzca.
Es muy complicado un análisis al respecto, porque hasta las teorías psicológicas podrían entrar en contradicciones y nos tenemos que coger de lo más cercano, del entorno de la víctima, de los sucesos más recientes de su vida, de los personajes que los han circundado.
Como es de suponer, las familias de estos dos menores de edad, de tan solo 12 y 14 años que se han quitado la vida ahorcándose, se encuentran sumamente afectadas, y no hace más que llevarnos a una urgente revisión de lo que está contribuyendo a semejante autosentencia que significa acabar con la existencia.
El tema parte del hogar, seguido del colegio, pero ambos dependen de un sistema político social que debe llevar a cuestionarnos y proponer las alternativas a fin de frenar las autodeterminaciones tan dolorosas, que no solamente está afectando a menores de edad, sino también a personas adultas mayores.
Obviamente que los padres y madres de familia somos los primeros llamados a estar alertas al estado de la salud mental de nuestros hijos e hijas, más aún en la etapa de la adolescencia, cuando ellos necesitan también la atención ante los cambios no solo físicos, sino emocionales que van experimentando.
Es cierto que queremos lo mejor para nuestros hijos, pero en esa etapa necesitan comprensión, firmeza, que respondamos a sus preguntas y que empiecen a entender que somos tan humanos como ellos, que todos podemos cometer errores, no somos perfectos.
En ese clima de diálogo, de discrepancias, de coincidencias, de crecimiento juntos en la relación padre-madre e hijos, o de apoderados, o de la persona responsable del adolescente; tenemos que buscar la armonía. Un entendimiento en un trato sin humillaciones, sin insultos, sin golpes físicos; y más bien donde se apele al diálogo.
Hay que tener en consideración que en todas las etapas de la vida nos estresamos, los factores son distintos, pero el mal es el mismo, por tanto la actitud tiene que ser dialogante y en busca del entendimiento. Tarea difícil, pero no imposible. El amor con el ejemplo en valores, puede lograrlo.