Sesquicentenario de la R:.L:.S:. “Unión Amazónica” 5-25 – Vall:. de Iquitos – Ort. del Perú

  • 24/06/1869 – 24/06/2019

Autor Ítalo Coral Borja.
M:.M:.

Iquitos, era una aldea incipiente, de los nativos Iquito, a mediados del siglo XIX. La creación del Departamento Marítimo de Loreto, hacía necesaria la presencia del estado en esta vasta región de fabulosas riquezas, amenazada por el avance de los países vecinos. Por ello, el gobierno de ese entonces presidida por Ramón Castilla, con buen criterio, decidió enviar una flotilla de la Marina de Guerra, al mando de los marinos Felipe Enrique Espinar y Federico Alzamora.
Sus pertenencia, de estos dos personajes, a la masonería peruana les invocó a reunirse con otros masones residentes reconocidos, con la finalidad de crear una Logia.
Es así que un 24 de junio del año 1869, se reunieron un grupo de ellos convocados por Enrique Espinar, en su casa, que ahora ocupa la librería “El Buen Consejo” de los Padres Agustinos frente a la Plaza de Armas, acordando crear la Logia” Unión Amazónica”, que luego fuera reconocida por el Supremo Concejo del Gr, XXXIII del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la masonería peruana, institución orgánica de la masonería peruana en ese entonces.
Es necesario precisar que la Gran Logia del Perú aún no se había creado.
Primero fueron 8, luego 12 y posteriormente 24 los masones residentes, entre nacionales y extranjeros, los que dieron vida a nuestra institución, se la denominó Respetable Logia Simbólica “Unión Amazónica”, se elaboraron sus distintivos y atuendos y se elevaron los actuados al Supremo Concejo, para su reconocimiento, lo que se hizo asignándole el número 11. Posteriormente y por nueva regulación en la nomenclatura de Logias, se le asignó el números 05, y al crearse la Gran Logia del Perú e integrarse a ella años después, ya en la tercera década del siglo XX, se le asignó el número 25, la que finalmente quedó como 5-25.
El primer masón iniciado en “Unión Amazónica”, el 27 de diciembre de 1869, fue el Jefe Militar de la Plaza, en ese entonces, Remigio Morales Bermúdez, quien más tarde fue héroe de la Guerra del Pacífico y luego Presidente del Perú.
La R:.L:.S:. “Unión Amazónica” 5- 25, ha aportado a nuestra sociedad desde sus inicios. con hombres preclaros como Enrique Espinar que desarrolló el primer catastro de Iquitos como un tablero de ajedrez, el mismo que hasta ahora se conserva, otros hijos de la Logia crearon instituciones sociales, culturales, deportivas, etc, ejemplos sobran como la Sociedad de Beneficencia Pública, la Cámara de Comercio, el Centro Social Internacional, el Rotary Club, el Club de Leones, la Cruz Roja, etc, por eso podríamos decir con toda certeza que no hay, ni hubo hasta la fecha alguna institución que no haya tenido o tenga entre sus integrantes a algún masón salido de sus canteras y sería por demás injusto e imposible que se pueda escribir la historia y desarrollo de nuestra tropical y exuberante ciudad soslayando la presencia de un hijo de “Unión Amazónica” a lo largo de esta centuria y media transcurrida, porque están unidos, histórica e inexorablemente en su génesis y trayectoria.
El Templo de “Unión Amazónica”, construido en la primera década del siglo pasado por arquitectos europeos, es por su estructura neoclásica y majestuosidad, único y uno de los más hermosos del Perú y hoy por hoy Patrimonio Arquitectónico de la Nación.
En el siglo y medio de vida “Unión Amazónica” ha brindado hombres de singular valía que destacaron en todas la diferentes actividades, niveles y esferas de nuestro medio como académicos, maestros, líderes, alcaldes, prefectos, militares, marinos, policías, músicos, políticos, escritores, periodistas, congresistas, dirigentes, poetas, artistas y profesionales de todas las gamas del saber humano, etc, etc. cuyos nombres sería largo enumerar.
Por ello, con orgullo podemos decir, que la masonería es una fuente de infinitas riquezas y valores humanos, porque las enseñanzas de su filosofía ancestral postula desde sus orígenes a hacer del hombre libre y de buenas costumbres el prototipo del hombre integral, del ciudadano probo, del padre y esposo digno, del funcionario honesto y consecuente con sus responsabilidades., etc.
Quizás esto podría parecer iluso en un mundo tan irreverente, donde uno está expuesto a las veleidades de una sociedad en crisis, como la que actualmente vivimos, y podrían haber referencias aisladas de algún desliz criticado y doloroso, eso indudablemente se da, pero también es necesario entender que somos peatones con expectativas, necesidades y ambiciones como cualquier mortal con problemas e incertidumbres, expuestos a las tentaciones cotidianas en el mercado del mundo, como también es cierto que al ingresar a la masonería no nos imbuimos los iniciados de una aureola de santos, ni mucho menos, pero ello es precisamente, en todo caso, lo rescatable de sus integrantes, quienes a pesar de los difíciles avatares de los días, aspiran íntimamente, sin ninguna obligación que les impele, a sacudirse de ese marasmo pernicioso y desean mejorar. Por ello debería ser honesto, agradecer y reconocer que hay instituciones que aún creen en el mañana, y esa es la masonería con su luz inextinguible, que por encima de estas duras circunstancias sigue buscando al hombre con su lámpara, como Diógenes, y es el mérito que le debemos conceder por su noble, humilde y silencioso empeño, como posiblemente pocas instituciones como ella existan que le puedan hacer sombras sobre la faz de la tierra.
“Unión Amazónica” resultó siendo después de siglo y medio la más emblemática institución masónica en esta triple frontera del Perú, nacida de la modesta semilla de acacia traída por hombres venidos de otros mundos, para sembrarla a orillas del río más caudaloso del planeta, y florecida desde aquellos años aurorales, entre helechos adormecidos y cedros centenarios, tratando de hacer de nuestra sociedad y consecuentemente de esta Patria, que nos duele tanto, el lugar que todos soñamos.
Finalmente, celebrando estos años luminosos de su existencia deseo que “Unión Amazónica” siga brillando como faro y guía inextinguible en la dimensión oceánica de nuestra agreste geografía. Y, me permito alcanzar, cariñosamente, desde la remota distancia donde resido, un triple abrazo fraternal a mis H:.H:. hijos de su cantera y, respetuosamente, también, dejar reposar un ramo imaginario de flores silvestres, recogidos de sus bosques humedecidos por los besos de la madrugada, en las tumbas de sus fundadores y de los hermanos que moran en el Oriente Eterno.
Tel Aviv, junio/2019. – ISRAEL