SEMBRANDO VIDA

Por: Óscar Jarama Guevara

Comunicador audiovisual del área de difusión del IIAP

El río Ucayali que recorre las orillas de la ciudad de Pucallpa, hoy luce manso. El cielo nublado es parte del panorama en el puerto Miguel Grau, donde se impone un gigantesco reloj que ya marcó las seis de la mañana, hora en que debemos abordar la movilidad que nos llevará hacia la Zona Reservada Sierra del Divisor.

Tomará dos horas llegar hasta la comunidad indígena Nuevo Saposoa, ubicada en la zona baja del Ucayali. Conforme vamos avanzando, el cielo se nubla cada vez más y la baja temperatura nos aferra a los chalecos salvavidas. El recorrido zigzagueante  esquiva los palos y plantas acuáticas que viajan por las aguas turbias de este río tributario del Amazonas. Al frente nuestro va una gran lancha cargada de inmensos trozos de madera con destino a la ciudad.

El deslizador transporta junto al personal del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana – IIAP, a 1800 crías de taricayas Podocnemis unifilis que hoy serán liberadas en su hábitat natural. Hace dos semanas este gran grupo de taricayas, con solo cinco centímetros de tamaño aproximadamente, nacieron en bancos de incubación artificiales construidas por niños, niñas  y jóvenes estudiantes de trece instituciones educativas, con la coordinación y asesoramiento de un equipo de investigadores y técnicos del IIAP.

Esta especie de quelonio acuático estuvo en riesgo de extinción debido a una fuerte presión ejercida por el hombre, algunos ejemplares se encontraban solamente en áreas protegidas, como la Reserva Nacional Pacaya Samiria en Loreto. Fue entonces que el IIAP orientó recursos para investigar sobre la biología de la taricaya logrando su reproducción en bancos de incubación artificiales, similares a la de su medio natural; los resultados significativos obtenidos gracias a la concertación de esfuerzos y la participación de guarda parques, ONG y estudiantes ha permitido la recuperación de la especie en la región Loreto.  Es así que el IIAP en su afán de llegar a todos los espacios amazónicos del país, está replicando esta exitosa experiencia en otras regiones, como Ucayali, en la que no se observan poblaciones de taricaya en ríos donde en épocas añoradas existían.

El paisaje nos muestra los avatares del paso de los años, la actividad del hombre ha dejado huella y lo tenemos frente a nosotros. Más adelante, dejamos el río Ucayali para ingresar al río Callería, una zona que alberga a comunidades indígenas conformadas por la cultura shipibo. El panorama es distinto por estos lares, el color ha tomado fuerza y todo está saturado de árboles. El día ha mejorado, en solo pocos minutos estamos desembarcando en el puerto de la comunidad Nuevo Saposoa. Al silenciarse el motor da paso a la cortina musical del bosque, un grupo de paucares avisan su presencia en la cima de un árbol viejo plantado en la orilla del río.

El estrecho camino que nos conduce hasta la comunidad, ubicada a unos 200 metros aproximadamente,  está cercado con hierba alta y otros recursos de la flora. Una hilera de árboles de coco, una calle forrada en pasto bien cultivado, y un grupo de pobladores con bastante presencia de niños, nos dan la bienvenida. La atención total está centrada en las bandejas que cargamos. En el altoparlante a viva voz se escucha: «Bienvenidos a todos los amigos del IIAP, estamos muy contentos por haber venido hasta nuestra comunidad para llevar a cabo el repoblamiento de nuestra laguna con las taricayas».

La comunidad nativa Nuevo Saposoa está conformada por 53 familias de la etnia shipibo, y compuesta por 433 pobladores. Ubicada en la provincia de Coronel Portillo, en el distrito de Callería de la región Ucayali. La zona de superficie media inundable, está rodeada de varios lagos y cochas que forman parte de este ecosistema propicio para el desarrollo de la cultura shipibo ya que ellos dependen de la pesca para seguridad alimentaria.

Nos encontramos a orillas de la laguna que bordea la comunidad, en un espacio sombreado por árboles de guaba y otros frutos de la zona. La felicidad de los niños que cogen con sus diminutas manos a las taricayas, se expresa mediante caricias y besos. En los rostros, las sonrisas imborrables vienen acompañadas de frases pronunciadas en su lengua nativa. Así, se procedió a la liberación de 300 taricayas, en un ambiente festivo, donde participaron adultos y niños, mujeres y hombres, experimentando la incorporación de estos animalitos a su hábitat. En un instinto natural, las taricayas corren hacia el agua, se sumergen, y nadan hacia las plantas acuáticas que flotan cerca de la orilla. La alegría deja rebalsar las expresiones de agradecimiento por este acto de compromiso con el medio ambiente y los recursos que viven en él. Los pobladores serán quienes velarán por la seguridad de esta especie para que no solamente vivan en las lagunas o en el territorio amazónico, sino que para el futuro, sirva para aprovecharlo sosteniblemente.

Instituciones como el IIAP, mediante el Área de educación ambiental, promueven la conservación de especies amazónicas, una de ellas es precisamente la taricaya. En estrecha coordinación con el SERNANP y el sector educación, donde los docentes insertan  en el currículo educativo actividades  en el que participan los niños, desde el sembrado de los huevos en los bancos de incubación construidos en sus instituciones educativas, el cuidado y manejo del mismo, hasta el repoblamiento en su hábitat natural. Esta actividad educativa ambiental  es importante ya que desarrolla  capacidades y habilidades en los estudiantes que contribuyen  a formar personas  concientizadas  en el valor que tiene cada uno de los recursos naturales dentro del ecosistema amazónico.  Es responsabilidad de todos involucrarnos en estas iniciativas  ya que, a partir de ello empezaremos a coexistir, verdaderamente, en armonía con la naturaleza.

Hoy, la comunidad de Nuevo Saposoa tiene nuevos inquilinos, así como en esta comunidad, similar tarea se hará en otras comunidades de esta área protegida. Y estoy seguro, la alegría y el compromiso, se repetirán.