Reglamentan publicidad política

La campaña política para las elecciones generales para elegir a presidente y congresistas de la república está a la vuelta de la esquina, por lo que el Jurado Nacional de Elecciones ha promulgado el reglamento que establece las normas a cumplirse en lo que es la exhibición de material publicitario o propagandístico, con el fin de que, mediante su difusión por medios escritos, radiales o televisivos, induzca al electorado a hacerse seguidor de las propuestas políticas de un candidato.
Quienes incumplan el «Reglamento de Propaganda Electoral, Publicidad y Neutralidad», del JNE, se harán acreedores de multas que van desde 30 a 100 Unidades Impositivas Tributarias.
Desde ya, los partidos políticos y los señores candidatos deberán ser muy prudentes en fijar sus nombres y, propuestas en las oficinas públicas, instalaciones militares, colegios, instituciones benéficas e iglesias.
Es más, queda totalmente prohibida la propaganda estatal, o sea promocionarse con obras públicas para darse vuelo, diciendo, subliminalmente,  «miren que estoy trabajando por el pueblo y debo seguir en el cargo». Eso es un delito y quien comete un delito, no es más que un delincuente.
Así entonces, los señores candidatos, acostumbrados a pintarrajear las paredes de las casas con letras gigantescas, destacando la forma de votar para tal o cual representación.
Con esta reglamentación, el JNE busca llegar a la consciencia de quienes aspiran representar el pueblo y respetar lo normado, haciendo que los espacios, cualquiera que sea en prensa, radio o televisión, sean, sobre todo, decentes y bien logrados, de buen gusto, que los niños están viendo y no se les puede dar malos ejemplos.
Lo que debería tomarse muy en cuenta, y esperamos que así sea, es que las intervenciones en los medios de los candidatos también tengan el sello de la dignidad y no de la grosería ni el ataque artero que mancille el honor del rival político. Ojalá así sea y no estemos a expensas de gente que no tiene ningún reparo en usar el lenguaje procaz, propio del lumpen y de gente de baja ralea.