Por un periodismo nuestro Internacional.

Obvio resulta  que la cultura de cada pueblo es la expresión de todas las características específicas de su ser individual, es por así decirlo, una sublimación de experiencias del pasado y sus anhelos hacia el futuro, de allí que proponemos  que la política en el sector de los medios de comunicación debe estructurarse sobre las bases de este conocimiento.

Sin duda no simpatizamos con la obediencia dogmática  a un nuevo orden mundial de comunicación e información (NOMIC), que en su hipótesis inicial, amuralla a las culturas regionales y las aísla de la cooperación transnacional e interacción intercultural, que desde una óptica desapasionada y sin sectarismo, es altamente beneficiosa para enriquecer  la vida cultural de cada país.

Creemos que debemos mostrar preocupación  por ese  trajinar de cientos de ONG y fundaciones, celebrando acuerdos y redactando códigos de ética de comunicación, con ingentes recursos económicos que son destinados para mantener una enorme burocracia, que solo sirve para organizar foros insustanciales  que solo sirven para hacer tertulias sobre si el desnudo es o no bueno, además de pecaminoso, instruyendo al mismo tiempo cómo debe presentarse o decorarse, como si fuera un bufete de langosta o caviar.

Aceptar el mantener tal estado de cosas, sería como abdicar de una utilización más certera de la cooperación internacional a la comunicación, para que se efectúe bajo condiciones de total equidad, respetando las culturas  y los valores, algo que los países industrializados  pueden hacer, porque cuentan con una poderosa industria de la comunicación.

Realista debe ser la  tarea común en muchos estados,  asegurar la igualdad de derechos de las culturas de todos los pueblos de minorías nacionales y de grupos étnicos, pues con una política acertada, la diversidad cultural puede ser fuente de enriquecimiento y de florecimiento de la vida cultural de cada  país.

Con dichas normas debidamente ordenadas estamos convencidos que nuestra prensa trascenderá fronteras mostrado el verdadero rostro de una práctica periodística seria, cauta, elegante y sobre todo culta y democrática compón corresponde a todo país que se respeta.

Cerramos diciendo que una cuestión cultural muy importante que siempre ha preocupado a los estudiosos de la comunicación  es el idioma. Aquí opinamos que cada pueblo tiene derecho de recibir la información y el la expresión de sus ideas y conceptos en su lengua vernácula. Pero al revisar nuestro mapa político, tropezamos  con que esta carencia aún no se ha afrontado. ¿Seguiremos esperando.