Política: ¿Cacería de brujas?.

Tomando en cuenta la magnitud de un proceso eleccionario que según su contenido deberá dar al país un nuevo presidente, consideramos que como están las cosas y como se viene desarrollando tal proceso, se está violando la pureza del certamen y su objetivo, machándola con epítetos y denuncias, la mayoría producto de imaginaciones afiebradas y tendencias desestabilizadoras, que podrían conducir a una suspensión del acto electoral, si se da crédito. Sobre todo al aspirante castrense que sigue en sus trece de cesar en el cargo al actual mandatario del país,  pese a que constitucionalmente,  tal medida es imposible dado el lapso que falta para concluir el mandato presidencial.

Aquí podríamos señalar que desde ya dicho candidato está desinformado o no se aviene a los mandatos  constitucionales, cosa que lo desdibuja como posible presidente de un  país que sí  conoce y respeta su Constitución y sus leyes.

Luego asoman  los personeros o representantes de las entidades participantes  en el acto eleccionario y presentan, valiéndose de cierta prensa, hojas de vida de sus competidores, la mayoría machadas de  baldones  e ignominias que lesionan seriamente a la víctima de tales afrentas.

Todo lo que ya se ha publicado, podría calificarse como una “cacería de brujas”,  en abierta alusión al acto que se dio en la antigua Inglaterra cuando se perseguía a las personas que practicaban la brujería y las quemaban vivas, tal práctica se puso entonces en uso cuando se quería eliminara algún rival político, bastaba tildarlo de brujo para que fuera condenado a la hoguera.

Aquí tal práctica se circunscribe a averiguar en qué colegio estudió el político en ciernes y quiénes fueron sus condiscípulos; cuidado que alguno de ellos esté comprometido en algún acto ilícito, de inmediato el informante se las arregla para hacer aparecer al político como cómplice del delito que cometió un condiscípulo al que nunca trató, sólo que  estudió en el mismo colegio.

Casos así son cosa cotidiana en el transcurso de la campaña eleccionaria, donde abusivamente se ha violado el pacto ético que suscribieron  quienes ahora en su afán de eliminar al  rival político, abjuran de una promesa que ellos, como políticos,   deberían ser los primeros en  cumplir para así ganarse la confianza  y el respaldo de la masa electoral del Perú y el respeto y consideración de políticos de otros países que están atentos a lo que ocurre en nuestro país.