Origen del voto femenino en el Perú

Por: Ezequiel A. Alvarado Guevara (*)

Era el 17 de Junio de 1956, elecciones generales en el Perú. El año anterior el General Manuel A. Odría, había promulgado la Ley que permitía a las mujeres ejercer el derecho al sufragio.
Roisida Aguilar, investigadora de la OMPE, cuenta en su Libro Historia del Voto Femenino que Zoila Aurora Cáceres, cuando fundó la agrupación Feminismo en 1924, trabajó incansablemente por el derecho al sufragio de las mujeres. Reunida en el Hotel Bolivar o la Sociedad Geográfica en el Perú, con mujeres de la alta sociedad y de la clase media, elaboró una propuesta para que el artículo de la constitución que no consideraba el derecho al voto a la mujer, se modificara.
El total de ciudadanos inscritos en el Registro Electoral para las elecciones de 1956 fue de 1,575.741 electores: 531 mujeres y 219.073 votaron en Lima. Esa mañana de la votación, Rosa Agustina, Directora del colegio que lleva su nombre dijo que aquí en Iquitos: “por fin vamos a ser mujeres de verdad”. Recordó los comentarios a favor y en contra del voto femenino. Mujeres profesionales expusieron sus razones en Radio Nacional. Las que se opusieron decían que eran felices por no elegir ni ser elegidas y que preferían ser leales al hogar.
HISTORIA: Reunidos todos en la Cámara de Diputados y Cámara de Senadores, en el debate de 1931-1933, para decidir si las mujeres votaban o no, se presentaron tres planteamientos. El partido descentralista del Perú fue contrario al voto de la mujer porque su participación en la política podría traer la anarquía en el hogar; el partido APRISTA propuso que el voto fuera calificado, que sólo las mujeres que trabajaban o estudiaban ejercieran este derecho porque estaban liberadas del dominio del marido o de la iglesia. Pero la Unión Revolucionaria, del Partido de Gobierno de Sánchez Cerro, abogó por el irrestricto ejercicio del voto para las mujeres.
Cuando Manuel A. Odría celebró el sexto aniversario del golpe de Estado, declaró que no había razón alguna para que la mujer peruana continuara en situación de inferioridad y que sería obra de la Revolución Restauradora otorgarle la plenitud de sus derechos ciudadanos. Al día siguiente el Poder Ejecutivo presentó al Congreso un proyecto de reforma constitucional que fue aprobado. De esa manera el 07 de Octubre de l956, fue aprobada la Ley que reconocía la ciudadanía femenina, su derecho al voto y la facultad para su inscripción electoral.
Conquistada el derecho al voto, entre 1956 y 1962, OCHO MUJERES FUERON ELEGIDAS PARLAMENTARIAS: Juana Ubillús de Palacios (loretana), Manuela Billinsghurst, Lola Blanco de la Rosa Sánchez, María Eleonora Silva, María Colina de Gotuzzo, Carlota Ramos de Santolalla, Matilde Pérez Palacio (loretana) y Alicia blanco de Montesinos.
Son ellas, las que consiguieron la ley que permitió que la mujer, servidora del Estado, cesara a los 25 años y no a los 30. Juana nació en la Hacienda Petronila cerca de la ciudad de Orellana, atrás de los únicos cerros que hay en la selva del Río Ucayali, lugar donde su padre Juan Ubillús Piérola, fue a buscar su prosperidad en los años dorados de la selva. Juana tuvo 12 hermanos.
Juana Ubillús de Palacios, nació en 1914, fue maestra del pueblo de Orellana. Cuando postuló al parlamento vivía en Lince, distrito de Lima. En el momento que se promulgó la Ley del voto femenino, Juana vivía en Iquitos. Era madre de cuatro hijos y no pensaba en la política. Era directora del colegio de mujeres No. 162, de la calle Prospero, con 600 alumnas y 14 auxiliares y visitaba los pueblos de Loreto para actualizar a los maestros. Dijo que fue invitada por el Movimiento Peruano, lista ligada con Manuel Prado. Se resistió a aceptar por su condición de maestra, pero sus colegas eran las principales llamadas a dar el ejemplo y formar el primer grupo de mujeres parlamentarias.
Al final de cada legislatura retornaban a sus departamentos y tomaban nota de sus necesidades. Fue la primera parlamentaria que llegó a los pueblos hasta la salida del Río Amazonas en la frontera con el Brasil, donde una pequeña población cuidaba la frontera. Tomaba nota para luego presentar al parlamento un proyecto de ley para dar facilidades comerciales a los pueblos fronterizos. Incluso el presidente Prado les acompañó junto con el senador don Pedro del Águila, exdirector del CNI en una visita a Iquitos. Recuerda que por el empeño de sus labores las congresistas siempre fueron apreciadas por el presidente Prado.
Solamente una vez estuvo en el Congreso, no se lanzó a la relección. Luego regresó a sus labores del Ministerio de Educación, donde se dedicó a la dación de becas al extranjero, para alumnos destacados. Una vez dijo: “me da mucha lástima que los congresistas no se unan. Ahí radica su fortaleza. Nosotras nos instituimos como grupo parlamentario femenino, fuimos muy eficientes. Nos reunimos una vez al mes para coordinar y sacar algunos proyectos de Ley. Uníamos nuestra experiencia en favor de un objetivo nacional, a escala regional, se promulgaba leyes por el bien de cada localidad”.

(*) Abogado y escritor regional