Ordenanza que no se cumple

Como toda ciudad que  crece aceleradamente, Iquitos viene adquiriendo una dimensión urbana  que, aparejada a las circunstancias que le toca vivir como ciudad, constituyen un riesgo latente, debido a la poca conciencia cívica de sus pobladores que, en abierto desacato, violan las ordenanzas municipales y leyes nacionales, creando inmensos problemas al resto de la población que vive alarmada por esta falta de responsabilidad que lesiona el orden establecido.

Para señalar una de las faltas más visibles en que incurren ciudadanos de toda ralea y los llamados moto carristas y motociclistas, damos lectura a la parte del Decreto de Alcaldía que mediante  la ordenanza municipal 016-2008- A- MPM, que aprobada el  19 de Diciembre del 2008, da vigencia al nuevo Reglamento Marco  del servicio de Transporte Público.

El citado decreto establece como  zona rígida para el estacionamiento las cuadras  uno y  dos de las calles Napo y Putumayo, en ambos lados, así como a la cuadra uno de Arica y Próspero.

De la misma manera, dicho mandato municipal señala como zona de estacionamiento, sólo para vehículos menores, cuyo estacionamiento será en una sola fila, a las cuadras 3 de Napo lado izquierdo, 3 de Putumayo lado izquierdo, de la cuadra 3 a la 5 de Arica, lado izquierdo y de las cuadras 3 al 13 de la calle Próspero, lado izquierdo.

Lo insólito de todo es que pese a la presencia policial, todos los lugares donde está prohibido estacionar, son ocupados diariamente  por  vehículos menores y en los lugares donde se permite estacionar solo en una fila,  los pilotos de tales máquinas haciendo caso omiso de la orden municipal, ocupan la vía formando hasta tres filas de vehículos, lo que altera tremendamente el orden vehicular y el tránsito ciudadano.

Idéntico problema vehicular se presenta los días viernes y sábado por las noches,  en la cuadra dos de Raymondi, donde autos, camionetas, motocarros y motocicletas cubren la vía estacionando sus vehículos hasta en triple fila, constituyéndose en una trampa mortal en caso de una amenaza de sismo o de alguna falsa alarma que obligue a los habitúes del centro de diversión allí instalado,  a  salir en  tropel para encontrar la vía bloqueada por la cantidad de vehículos allí estacionados. Sin duda alguna, los saldos pavorosos serían innumerables  y aquí viene la interrogante, ¿a quién culpar de tal posible tragedia?.