Olvido estatal, miedo y pánico en asentamientos humanos por falta de agua para espantar al coronavirus

  • Calle “Buenos Aires” reclama a la alcaldesa de Punchana que cumpla con su promesa de cerrar el pestilente caño de desagües.

La vía “Buenos Aires” está ubicada por una zona cercana a los estanques de hidrocarburos de Petroperú/Punchana. Mejor diremos que a espaldas de EsSalud (Av. La Marina), por donde también hay un cajón de aguas negras, que se junta con las que despide la zona de Punchana haciendo una especie de pantano por donde la basura y los gallinazos (con plumas), son los reyes absolutos.
Si el coronavirus ha creado un ambiente de incertidumbre y miedo en todo el mundo, en el país y la región Loreto; no hay que imaginar siquiera el pánico en que están sumidos los asentamientos humanos donde no cuentan con agua suficiente para el lavado de manos.
Todo enmarcado en este país que ahora también sufre el mandato de “arresto domiciliario obligado” por protección. Hay seres humanos que vienen –no solo de ahora- sino desde hace más de 20 años, arriesgando su vida, como los moradores de la calle “Buenos Aires”.
Paradoja de la vida, porque ellos viven entre aires putrefactos debido al canal de desagüe que quedó mocho y por donde todos los días vomitan las aguas contaminadas y pestilentes del distrito de Punchana. De buenos aires, no tiene nada.
“Acá el agua llega por pocos momentos. Otros no tienen ya que no están conectados a la línea, por eso acarrean agua en baldes. La alcaldesa Jane Donayre, cuando ganó vino acá y nos dijo: “Mi primer proyecto será este alcantarillado”, y hasta ahora no se le ve la cara, no ha vuelto más. Y agregó la alcaldesa:
“Señores moradores por ustedes he ganado el sillón municipal de Punchana, el resto de la ciudad no me interesa porque ya está trabajada, con ustedes voy a trabajar”. Ahora se le busca y no se le encuentra”, expresó Julio Talexio, dirigente de la prolongación Buenos Aires, quien indica que ahí viven unas 70 familias desde hace muchos años.
¿Vemos mucho movimiento de niños, jóvenes, adultos, no tienen miedo del coronavirus?
-Somos creyentes y ponemos todo en las manos de Dios. Todo ya está escrito en la palabra de Dios, ya está escrito. Ocurren cosas terribles para que la gente que no cree, se humille ante él.
Los miramos y vemos cómo desafían y provocan a las bacterias y los virus porque no les queda otra. Se ve incluso a ancianos vendiendo en pequeñas ventitas, a niños en la calle percibiendo olores terribles, como siempre. Productos al aire libre listos para ser comprados.
Conmovedor e indignante panorama porque ellos saben que pueden impregnarse del virus, pero siguen sobreviviendo sin tomar previsiones porque fatalmente nacieron y viven en esa pretina que los ahorca y les recuerda la pobreza y hacinamiento en que existen.
Todos ellos metidos en una vorágine de miedo, pero aparentando que no lo tienen en caso los visite el coronavirus en su zona totalmente contaminada. Si las autoridades no se han acordado de ellos en casi 20 años, pese a que se los ha ordenado el poder judicial, menos se acercarán ahora donde las bacterias y los virus bailan su propia lambada.
Sin duda, la pobreza, el eterno olvido estatal, los convierte en personajes audaces, desafiantes ante la adversidad, valientes y sacrificados ante el peligroso virulento coronado, en caso éste llegue. Viven así porque siempre han sentido clavada como una especie de cuchillo caliente, la traición de un Estado que a la fuerza los quiere hacer invisibles para no atenderlos. Qué Dios los proteja.