No hay primera sin segunda, a la tercera va la vencida…no hay quinto malo…

Patricia Donayre Pasquel

Nos preguntamos hasta qué punto la reelección es un mecanismo válido en las democracias como la nuestra donde el voto popular suele estar dirigido por el poder seductor que tienen las dádivas entre los electores menos pudientes y que no encuentran sino en ellas una forma de sobrevivir temporalmente a los obstáculos y miserias que los sucesivos gobiernos no hacen algo por remediar.

La Constitución de 1993 permite la reelección del presidente de la República pasado un período. La de los congresistas sin especificaciones, al igual que la de los presidentes de regiones y alcaldes. En consecuencia deja abierta la posibilidad de sucesivas reelecciones, sin límite alguno, salvo el del resultado electoral.

En Loreto, nos enfrentamos a la eventualidad de una nueva postulación del actual presidente del gobierno regional. Un tercer período para hacer lo que dejó de hacer en 8 años, una oportunidad más para visionar una región que sólo existe en el imaginario presidencial y que no se proyecta en la realidad. No sé ustedes, pero particularmente no dejo de pensar que ya tiempo hubo; presupuesto? suficiente y parcialmente ejecutado, priorización de proyectos de desarrollo, inclusión económica y social? Lo dudo.

La posibilidad de la reelección de la autoridad regional, nos ubica a los electores ante una enorme responsabilidad, la de no permitirla con nuestro voto.

La posibilidad de la alternancia del poder nos da una oportunidad de enmendar equivocaciones y la ocasión de hacer cambios importantes. Es el momento que esperamos para decir alto a lo que se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento regional sostenido, para lograr que la justicia distributiva cumpla su objetivo, para frenar los altos niveles de corrupción que amenazan con asfixiarnos.

Sólo una reforma constitucional puede limitar las sucesivas reelecciones, de hecho ya existe una iniciativa al respecto en el Congreso, pero recordemos que según el artículo 206 de la Constitución, la aprobación de una reforma constitucional «debe ser aprobada por el Congreso con mayoría absoluta del número legal de sus miembros, y ratificada mediante referéndum. Puede omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del número legal de congresistas.» Un candado sumamente difícil de abrir sobre todo cuando los intereses en juego son muchos.

Por ahora, señores electores debemos pensar en que el poder de NO reelegir está en nuestras manos.

Mientras, señores candidatos de la llamada oposición, los invito una vez más a unir sus fuerzas y abandonar egoísmos, si realmente quieren dar señales de cambio. De lo contrario el «divide y vencerás» dará paso una vez más a la reelección. No la queremos? Entonces no caigamos en el juego del mecanismo más vilmente usado por dictadores que «democráticamente» quieren permanecer en el poder.