Moisés Rengifo Vásquez, mi maestro…mi amigo

Por: Luis Alfonso Pinedo Piña

(pinedopina@hotmail.com) 

 

Decía Paulo Freire, significativo pedagogo brasilero del siglo XX, “El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. Moisés Rengifo Vásquez, piensa así. Este eximio maestro, a quien conocí hace muchos años en el Putumayo, lee mucho, no para consumir ideas, sino para interpretar, para sentar posición y para crear y recrear cosas nuevas. Recuerdo que, en esos años, yo empezaba mi carrera como educador en esa zona y tuve la suerte de participar en una exposición que fue a dar el maestro Moisés en mi escuela. Con su voz pausada, rebatió con argumentos sólidos nuestra práctica docente de ese entonces. Hoy, después de tantos años, con la experiencia ganada, me doy cuenta  que sus ideas cada día cobran más vigencia, fueron y son innovadoras.
Nacido en las profundidades de la selva, tiene méritos suficientes para exponer ante todos. Hizo sus estudios primarios en su pueblo natal. Becado primero a Huánuco, para hacer sus estudios secundarios y luego a Huancayo para continuar sus estudios superiores. Tuvo el adminículo del cielo y el denuedo de los grandes para triunfar. Como pocos, tuvo también el privilegio de conocer algunos países como: Colombia, Venezuela  México y España para perfeccionar su genial y peculiar forma de percibir la enseñanza. Precisamente en Barcelona (España), a donde fue invitado a exponer, en el Seminario Internacional de Innovaciones Pedagógicas,  “La Construcción de la Propuesta Curricular sobre Formación de Maestros”, diría yo que consiguió la gloria; pues, una consecuencia de ello, fue la creación del FORMABIAP. Premiado en 1985 con las “Palmas Magisteriales” en el Grado de Educador, por esa notable trayectoria a lo largo y ancho de nuestra región,  sigue aportando su experiencia y poniendo en práctica sus innovaciones en la RED San Martín-Tipishca, de la cual hasta la actualidad sigue siendo su principal asesor y soporte pedagógico. Actualmente, viene prestando sus servicios en la Dirección Regional de Educación de Loreto, trabajando fuertemente la Guía de la Escuela Primaria Unidocente y Multigrado Rural; la Guía de Organización y Funcionamiento de Redes Educativas Rurales, la Sistematización de la Experiencia de la Red San Martín-Tipishca y, últimamente, una propuesta de métodos de enseñanza para docentes de las escuelas rurales.
Moisés, también tiene una fuerte ligazón con la música. Fue empresario y fundador de varios grupos musicales: “Los Machaypochos”, “Río Sol del Oriente”, “Solidaridad” y “Melody”. También es un experto entonando la mandolina y la bandurria, con las cuales hasta ahora anima fiestas. Arte que aprendió, como él dice, “por necesidad y para sobrevivir”, cuando era estudiante, lo que le permitió capear las falencias económicas que atiborraban su existencia, y le permitió recoger las benevolencias de las que todo músico goza, el de ser admirado por las más hermosas mujeres de esa época y por los amigos de sus años mozos, con quienes compartió los avatares y vaivenes de la juventud y exploró  los horizontes del futuro y del mañana, con la esperanza de los que, con paso firme, van siempre hacia adelante, para lograr sus sueños y anhelos de progreso.
Hizo de todo, conquistó el mundo, y como dice la letra del Himno al Maestro, cumplió con la misión de educar a la niñez y juventud y colaboró para forjar una nueva nación, con creces. Como un “obrero del saber”, sigue adelante, con esa pasión incontenible de seguir aprendiendo para enseñar y aportando su creatividad y su experiencia al servicio de la educación, cosa que sólo los grandes lo hacen. Su paso por la educación no fue efímero, sigue vigente y en su vida, logró trascender y conquistar espacios “desconocidos” de la pedagogía. No tiene límites en lo que hace, siempre está innovando sus ideas y fortaleciendo su práctica. Tiene un bagaje de experiencias envidiable.
Hace unos días, le visité no para entablar un palique sino una más de esas largas tertulias productivas que acostumbramos tener. Con la magia que tiene al interrogar, empezó el diálogo con una pregunta que encierra la profundidad de sus ideas: ¿Qué sentido tiene la educación actual para el proyecto de vida de los estudiantes?  Le pedí que me responda con un ejemplo didáctico de los muchos que tiene, y por primera vez me habló de él, de su proyecto de vida, de sus 84 años de existencia productiva al servicio de la educación. Me habló también de sus penas y sus alegrías; de sus éxitos y fracasos; de lo que hizo y tiene por hacer por la educación. En ese momento sentí orgullo de ser su amigo, su discípulo y su admirador.
Moisés ha trascendido como maestro, es un grande y debe ser reconocido como tal. Dio toda su vida a la educación y nunca ha renunciado a sus principios, a su posición. Su pedagogía ha sufrido una progresiva evolución. Diría yo, desde  “la letra con sangre entra” hasta la aplicación de lo más moderno de la psicopedagogía, que rechaza el castigo físico y opta por generar en el aula, las mejores condiciones para que los niños aprendan, considerándolos el centro de atención. Hay muchos que te hablan de la educación rural por lo que han leído o investigado. Moisés te habla de ella, porque lo ha vivido como nadie, porque toda su vida ha estado ligada a ella de una u otra manera. La educación rural es su pasión, su vida y su sueño.
Piensa que la formación actual de los estudiantes, sólo abarca las parcialidades de la educación. No es integral, tiene muchos vacíos, muchas carencias y camina a la deriva sin un horizonte. Piensa también que la formación actual de los maestros evidencia transtornos casi insalvables, ello hace que sus prácticas sean poco pertinentes, no apropiadas a las necesidades de los estudiantes, ni a las demandas de la sociedad actual. Cree que la metodología de enseñanza de los maestros debe ser más vivencial, más cercana a la vida de los niños, a los vínculos que estos tienen con el medio en que viven y a las perspectivas de su desarrollo personal en todas sus dimensiones.
Hoy, a sus años, en su “despacho”, adornado y decorado con sus archivos, sus creaciones, sus lauros, su cajón, su guitarra, su mandolina y su bandurria, aún tengo el privilegio de encontrar a mi maestro y amigo, leyendo, interpretando, produciendo, soñando y recreando cosas. Moisés Rengifo Vásquez es el más grande educador que conozco.