Merecido reconocimiento

Los jóvenes son una carta que tenemos que jugárnosla por nuestro futuro como ciudad, región y país; lo mejor que podamos conseguir de ellos será la fruta buena que cosecharemos de las semillas que sembremos hoy. No es ayer, es hoy. Tenemos que empezar con toda la experiencia positiva y motivadora que nos quede hasta disipar el último esfuerzo de nuestra energía.
Es que los adultos jóvenes y los adultos mayores no estamos para competir con ellos como equivocadamente se puede percibir y constatar, muchas veces. No. Estamos para combinar juntos experiencia con habilidades conculcadas (viejos) y noviciados con habilidades en potencia (jóvenes).
Tampoco es de temer expresar la palabra «viejo» porque mal inducido fue llevado al lenguaje social como algo que se deja de lado, cuando viejo referido al humano es «sabiduría», producto de la experiencia de años de vida, mejor si fue combinada con una sólida preparación académica, o de autodidacta, de ser el caso.
Es por eso que nos alegra cuando los adultos académicos experimentados se precian en distinguir el esfuerzo de jóvenes estudiantes que se han sumergido al estudio para obtener logros, como el que los conduce a ingresar a un centro de estudios superiores como es una universidad.
Tal vez algún respetado lector va a recordar algunas presuntas irregularidades en las notas de los exámenes de admisión, podemos decir que tan solo la mínima sospecha es lamentable, pero tampoco podemos generalizar y restar méritos a otros tantos que a conciencia han llegado a ocupar los primeros lugares en la lista de ingresantes como el caso de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana – UNAP, y así todos los centros superiores universitarios, tecnológicos, deberían hacer estos reconocimientos públicos.
Para estos jóvenes estudiosos no ha sido nada fácil llegar hasta donde han podido hacerlo hasta este momento. Son horas de estudios, de prácticas, es decir, de tiempo invertido y el tiempo valioso que les servirá el resto de sus vidas para su desempeño laboral, empresarial, personal, familiar y social. Son ellos que con sus logros contagiando a otros miles de estudiantes harán que nuestro presente y futuro sea prometedor. Tenemos que apostar a ganar. Que sigan los reconocimientos y que vivan los jóvenes hombres y mujeres dedicados al estudio. Y que las autoridades de turno sigan apostando por ellos, así como el sector privado desde su proyección social.