¿Machismo femenino?

Parece que como sociedad todavía no asimilamos que un gran avance en el respeto mutuo entre varones y mujeres, y la igualdad deseada, puede alcanzar avances importantes si desde los hogares la crianza se orienta firmemente en ese sentido.
Todavía se estima que en un alto porcentaje la crianza o educación de los niños y niñas en el hogar está en manos de las mujeres, inclusive así trabaje dentro y fuera de la casa, esa tarea se inclina hacia la responsabilidad de la mujer.
Esta es una de las primeras manifestaciones sobre el machismo que sin querer ejercen las mujeres, es decir, dejar que la carga de la responsabilidad de la crianza en el hogar se respalde en ellas, excluyendo al varón.
Lo que más preocupa y debe intensificarse la sensibilización en todos los espacios posibles, son los roles que exigimos cumplan las hijas mujeres en los quehaceres dentro del hogar, como la limpieza, cocinar, etc. A los hijos les dejamos “ver televisión”, se “ordena que les sirvan la comida”, que “jueguen su fulbito” sin molestarles, etc.
Entonces esta conducta de las mujeres que educan dentro del hogar contradice los mensajes externos respecto al respeto mutuo, a la igualdad de derechos, etc. Y podríamos estar frente a la figura de un machismo femenino. ¿Será?
Esto también conlleva a una especie de protección que inconscientemente ejercemos ante la figura del varón, el que en el hogar ha sido “favorecido”, “protegido”, “privilegiado”, en el proceso del crecimiento asimilando indebidamente la supremacía del varón frente a la mujer.
Todo esto sabemos debe cambiar. Es más, hombres y mujeres se esfuerzan individualmente por cambiar actitudes que vienen desde la crianza, pero, no es fácil y se refleja en hechos como lo sucedido con la mujer que casi se convierte en una cifra más de los casos de feminicidio en el país.
El caso acaba de suceder en Lima, donde la mujer ha negado que su esposo la quería quemar viva, y solo se trataba de una discusión. Las imágenes dicen otra cosa. Y acá se tendría que aplicar algo así “como el interés superior de la mujer”, que, aunque ella se niegue a reconocer la violencia, las pruebas suficientes deben conducir a su protección y sanción legal al agresor, incluyendo la terapia respectiva de recuperación. Hay muchísimo por hacer.