Los protagonistas poco recordados de la independencia

  • Muchos otros también lucharon por la gesta libertadora
  • Su trabajo fue arduo pero poco reconocido, en el Bicentenario debemos ponerlos en relevancia.


Uno de los principales títulos que podríamos ostentar los peruanos a lo largo de nuestra historia es el de mezquinos, por nuestra poca proclividad al reconocimiento y a dar en la medida de lo justo “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” tal y como lo proclamara el humilde líder de todos los tiempos: Jesús de Nazareth, entendiéndose que hay que dar lo que le corresponde a quien corresponde, sin rodeos y en el momento justo. Y esa mezquindad a la que me refiero es histórica y frecuente, pues así como a la llegada de las primeras dosis de vacunas al Perú se buscaron múltiples justificaciones para ningunear este hecho sin precedentes, también la historia se encargó de opacar el trabajo de un grupo de personajes ilustres que acompañaron en el fulgor de la proeza emancipadora a los más reconocidos de la misma: José Francisco de San Martin y Matorras y Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco.
Hablar de San Martin y Bolívar en estas fechas podría parecer redundante, pero no, en verdad fueron quienes encabezaron el despliegue de fuerzas y los actos que llevaron a nuestro ahora independiente país bicentenario a las celebraciones que se encuentran en tránsito para repensar nuestro pasado y avizorar nuestro futuro, entendiendo este hito histórico como la gran oportunidad para imaginar juntos el país que queremos ser y en el que todas las sangres tengamos la oportunidad de aportar para plasmar la diversidad que nos identifica.
Ya Jorge Basadre decía en Meditaciones sobre el destino histórico del país, en el Perú nos encontramos con los podridos, los congelados y los incendiados. Los podridos, dice el ensayista, son los que han prostituido y prostituyen las palabras, conceptos, hechos e instituciones, al servicio exclusivo de sí mismos. Los congelados se han encerrado dentro de ellos mismos y no miran sino a quienes son sus iguales, y nadie más existe. Los incendiados se han quedado sin iluminar y se agitan sin construir. Los primeros han hecho todo lo posible para que este país sea una charca, los congelados lo ven como un páramo y los incendiados quisieran prender explosivos para que surja una gigantesca fogata. Entonces la mezquindad encuentra caldo de cultivo y la envidia, la sordidez, la ruindad, la maledicencia emergen para vilipendiar, difamar e injuriar por el simple hecho de incendiar, parafraseando al insigne historiador tacneño.
Y para comenzar a aprovechar esta oportunidad de aportar y sobre todo dejar de ser mezquinos, es pertinente recordar a aquellos entre muchos otros el paso del tiempo les negó los vítores y triunfos y que a la luz de la historia hicieron su tarea tan bien que los líderes proclamados pudieron decir: Misión Cumplida, Perú país independiente.
Bernardo José de Monteagudo y Cáceres
Tucumano de nacimiento el argentino fue el principal asesor de San Martín, abogado, político, periodista, militar y revolucionario argentino, que participó en los procesos independentistas en el Río de la Plata, Chile y Perú. Fundó y dirigió periódicos independentistas en tres países, como la Gaceta de Buenos Aires, Mártir o Libre y El Grito del Sud, en Argentina; El Censor de la Revolución en Chile, y El Pacificador en Perú. El 28 de julio de 1821 San Martín proclamó desde Lima la independencia del Perú, para asumir como Protector Supremo el 3 de agosto. Monteagudo se convirtió en su mano derecha en el gobierno, asumiendo como Ministro de Guerra y Marina y más tarde, haciéndose cargo también del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores. Mientras que San Martín se concentró en los aspectos militares dando prioridad a la guerra, Monteagudo quedó de hecho a cargo del gobierno del Perú.
Sus principales medidas de gobierno fueron la libertad de vientres, la abolición de la mita, la expulsión del arzobispo de Lima, la creación de una escuela normal para la formación de maestros y de la Biblioteca Nacional del Perú. Colaboró con Bolívar como coronel, pero fue asesinado a los 35 años frente al teatro Colón en Lima.
Tomás Guido Aoiz
El bonaerense fue un militar, diplomático y político argentino. Quizás el amigo más entrañable del Libertador San Martín, al punto que este lo llamaba “mi lancero amado”. Guido es uno de los pocos testigos presenciales de la proclamación de la independencia que dejaron un texto sobre esa ceremonia. Edecán de San Martín a lo largo de la campaña emancipadora, llegó a ser Ministro de Guerra, Ministro Plenipotenciario en el Brasil y Senador. Tomás Guido falleció en su quinta de Buenos Aires de la Calle Potosí el 14 de septiembre de 1866, según consta en el acta 469 del año 1866 de la Parroquia Nuestra Señora de Montserrat en su amado Buenos Aires.
Martín George Guise
Inglés de nacimiento sirvió a la Royal Navy británica desde 1794, donde llegó a tripular 15 buques y luchó contra la Francia de Napoleón. Se trasladó a América del Sur para ofrecer sus servicios a la causa de la independencia y años más tarde asumió el cargo de Comandante General de la Marina de Guerra del Perú de la cual fue también fundador. Permaneció en el Perú teniendo una azarosa vida hasta su muerte la noche del 23 de noviembre de 1829 después del exitoso ataque peruano al puerto de Guayaquil.
Bartolomé María de las Heras Navarro
Sacerdote y abogado español. Fue Obispo del Cuzco y 17º Arzobispo de Lima. Al producirse la guerra de la independencia, se mostró contrario a la insurgencia, aunque de manera serena y sin extremismos. Ocupada Lima por el Ejército Libertador, optó por permanecer en la ciudad, pues consideró que lo más importante era continuar su labor pastoral en su arquidiócesis. Fue uno de los firmantes de la Declaración de la Independencia y acompañó al General José de San Martín en la proclamación solemne de la misma. A pedido de San Martín oficia la misa y el rezo del primer Te Deum el 29 de julio de 1821. Al poco tiempo tuvo que marchar a España por discrepancias con Monteagudo. Sus escritos, publicados por Pedro de Leturia, son un testimonio valioso sobre la extensión del sentimiento patriótico en su vasta diócesis; de cómo el clero, canónigos y seminaristas, veían con esperanza el fin de la dominación realista y el advenimiento de un régimen independiente tal como lo recoge el sacerdote jesuita Armando Nieto Vélez en su obra La Iglesia Católica en el Perú.
José María Córdova Muñoz
Este antioqueño fue un militar colombiano que participó en la Guerra de Independencia de Colombia, Perú y Bolivia. Fue un General clave en la Batalla de Ayacucho, donde se selló definitivamente la libertad de América el 9 de diciembre de 1824. A los 25 años pasó a la historia por su memorable frase antes de iniciar la carga contra los españoles: “Soldados, ¡de frente! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!”. Córdova fue en adelante llamado «Héroe de Ayacucho» por su valor y decisivo papel en el campo de batalla.
Juan García del Río
Este cartagenero diplomático, escritor y político colombiano, fue nuestro primer Ministro de Relaciones Exteriores. Fue un hombre de confianza de San Martín con quien sostenía una gran amistad desde su estadía en Cádiz, siendo enviado a Europa para promover el gobierno monárquico, pero cuando llegó a Europa, San Martín había caído en Lima. Se le atribuye la gestión que condujo al primer préstamo para el Estado Peruano por parte de banqueros o financistas. Los británicos nos enviaron 1,200.00 libras esterlinas.
De seguro hubo muchos otros insignes personajes que aún la historia los mantiene en silencio pero que el paso del tiempo les dará su espacio para el conocimiento de todos y la honra que se merecen. Viva el Perú en su Bicentenario y que esta celebración nos impulse no sólo a repensar al país sino a actuar coherentemente y consistentemente con franca tolerancia y respeto, donde se privilegie el somos iguales pero también diferentes.

Día 500 de la pandemia
Profesor Menotti Juan Yáñez Ramírez
menottivi@yahoo.com