LORETO ECOLÓGICO

Por: Fernando L. Rodríguez Jiménez

 

Hay dos elementos que resultan difíciles de combinar, el mal llamado desarrollo económico y la conservación de la naturaleza, mantenimiento de la biodiversidad, atractivo turístico de la naturaleza pura, necesaria para la vida en el conjunto del planeta.

El desarrollo verdaderamente sostenible puede sustentar economía floreciente, incluso con grados de impacto medioambiental. La agricultura y ganadería de grandes superficies, producen daños irreversibles, son explotaciones anti-ecológicas que causan grandes daños en la cuenca amazónica, influyen de forma decisiva en el cambio climático y destrucción de vida de seres vivos, muchos de ellos aún desconocidos que desaparecen antes de estudiarlos para saber cuál es su papel ecológico en la malla de la vida.

La destrucción de la selva para cultivarla con monocultivos, es como tener monedas de oro y cambiarlas por otras de cobre, es empobrecerse en vez de enriquecerse.

Un profesor japonés ha ideado un sistema natural de cultivo en torno a los árboles existentes, sin destruirlos, con un resultado óptimo, tanto en calidad como en cantidad, sin necesidad de destruir el suelo, utilizando los fertilizantes naturales que la propia selva proporciona.

La destrucción de la selva va seguida de la desaparición del suelo, de forma que las lluvias lavan el poco suelo fértil existente en las florestas, en contra de lo que muchos piensan al contemplar los bosques frondosos plenos de vida vegetal, sin darse cuenta que para llegar a ese proceso, se necesitaron más de 200 millones de años de dura selección natural, hasta lograr que los más aptos y perfeccionados sobrevivan, para más tarde mantenerse en asociaciones vegetales o fíto-asociaciones maduras, en equilibrio fácilmente destruible.

La explotación de la selva e intervención en la misma, no debe hacerse desde la ignorancia ecológica, sin tener en cuenta el grave daño que se infringe a la naturaleza, con actuaciones ignorantes de la biodiversidad y evolución de la vida. Los veterinarios, ingenieros agrónomos y forestales, frecuentemente se basan en cifras y resultados a corto plazo, sin tener en cuenta, el impacto que sus actuaciones producen en el medio ambiente, generalmente por falta de información y conocimientos profundos de la evolución de la vida, de la biodiversidad y fitosociología o asociaciones naturales de las plantas, más otros factores sumamente importantes, como son pluviosidad, profundidad y calidad de los suelos e impacto que en el conjunto de la vida de la selva amazónica producen sus actuaciones con: desforestación para cultivos y ganadería, tala forestal, carreteras, lavado de oro, explotaciones petroleras y mineras.

Otro factor a tener en cuenta son las comunidades indígenas con sus culturas ancestrales y espiritualidad, conforman inapreciable tesoro dentro de la diversidad y cultura de la humanidad, a través de ellos podemos conocer muchos aspectos de la selva que ignoramos, incluida la explotación y utilización de animales y plantas, tanto comestibles como utilizadas en medicina, en la fabricación de sus construcciones, objetos útiles y de adorno.

Se desprecia lo que se ignora. Las comunidades indígenas son denostadas, incluso por muchos políticos que, al vivir en las grandes ciudades, son ignorantes de la realidad amazónica, mucho más interesante e importante de lo que se da en concederles.

La ignorancia crea rencores, tabúes, destrucción y odio. Debemos mirar a la selva amazónica como a Sachamama, Pachamama, Mamamayacu al agua y a Inti, el sol  fecundador de la Tierra, donde todo se relaciona, como una red que cubre el planeta Gaya, un concepto de la Tierra donde todo está interrelacionado, nada es separable. Debemos aprender a convivir con estos conceptos que ya conocen hace milenios los pueblos amazónicos, hasta que los investigadores han llegado a similares conclusiones tras concienzudos estudios, para no acabar fagocitados, destruidos por nuestra propia ignorancia y barbarie.

La selva no es infinita. La contaminación resulta acumulativa, hasta el punto que podemos acabar siendo víctimas de nuestros propios deshechos, los cuales van a parar a los ríos, los peces que comemos se contaminan, así como sus aguas que luego bebemos y se transforma en lluvia que cae sobre nosotros y sobre la selva, en un círculo de destrucción y envenenamiento. Está en nuestras manos parar nuestro suicidio como especie. Deberíamos emplear como propia la frase: «Contaminar se va a acabar», todos viviremos mucho mejor si la ponemos en práctica. No a la basura, a los vertidos contaminantes a los ríos, mantener las poblaciones limpias, sin tirar nada al suelo, es preciso poner papeleras para que los viandantes puedan tener donde tirar los desperdicios eventuales.