Lee y triunfarás.

Quienes en  nuestra juventud vivimos bajo  la sempiterna sugerencia del marxismo, como una forma de  construir una sociedad sin clases, ahora sabemos que la idea pudo seducir a los humanistas y a los más pobres, a los desposeídos de aquella época que estuvieron privados   de los privilegios de la propiedad y la educación; pero ahora, en la era de la cibernética, de la computación, del Internet, el tiempo de la gente está como dosificado para arribar a algún punto de destino y si no tiene tiempo para leer allí está el Internet para ilustrarlo.

Claro que bajo nuestra percepción , consideramos que si bien es cierto que  dicho mecanismo  puede darnos una solución, no es lo  suficientemente determinante para que la persona  logre ubicar su real concepto a la hora de decidir, sin haber antes leído y analizado la diversidad de temas y estudios sobre tal o cual especialidad.

Aquí tenemos que insistir en asegurar,  que lo importante del caso es que  todos los seres humanos debemos tener  derechos que nos hagan a todos  iguales  a los demás, pero sobre todo  que nos permitan la voluntad de  hurgar en el vasto universo del conocimiento, mediante la lectura que es el vehículo más directo y eficaz  de ampliar nuestra cultura.

En lo que a nosotros atañe, tenemos que deplorar el uso que muchos «muchachitos» cargadores de equipos de TV y otros adminículos propios de la profesión, se adjudican asimismo el denominativo de periodistas…y nunca han escrito una sola nota informativa.

Pero los que se llevan las palmas son aquellos «perico de los palotes» que por alquilar un espacio radial o televisivo de inmediato asumen el título de periodistas. Admitimos que quizás adoptan dicha denominación porque la mayoría lee los periódicos del día y sin ningún rubor tienen el cuajo de anunciar  «y… ahora nuestro editorial» para pasar a leer el editorial de alguno de los medios escritos que se editan en la ciudad y en la capital, obviando ex profeso la paternidad real del tema.

Se tiene que señalar que todo debe hacerse de tal modo que  no sólo el hijo  del potentado  sea el que pueda leer, también hay que lograr   que el menesteroso acceda, además de  a una forma de alimentar su cuerpo primero, para  que pueda   dedicar  algún  tiempo a cultivar su espíritu, leyendo, pero eso sí puntualizando que debe ser auxiliado en su alimentación diaria, pues   si apenas puede pensar en cuál será la próxima ración de comida que tendrá en el día, ¿como podría digerir el alimento  que le brinde la lectura?.

Esa sublime sensación que nace de la lectura hace que   broten sentimientos más humanistas, también  borbotones de deseos de adentrarnos más y más en la práctica divina de leer, por  eso creemos que el gobierno debería enfilar sus programas de apoyo y desarrollo hacia todo tipo de lecturas, ya sean doctas o de entretenimiento, allí  reside el tónico principal para lograr una población especial, gracias a su cultura y conocimientos logrados gracias a la lectura.