Las lecciones de milagros más allá de lo comprensible

Por: Luís Roldán Ríos Córdova    rioscordova2101@hotmail.com

1968. Idda Luz repentinamente va al cielo a los 18 meses de haber nacido y de ganarse el corazón de todos. Queda en la familia un gran vacío que no podemos  comprender.

1970. Nuestro Padre Celestial decide reparar el daño y envía a Milagritos quien viene gordita, alegre y vivaz como si en ella volvería Idda Luz diciendo: «Acá estoy de regreso. Miren, no pasó nada…vivamos de nuevo…»

Al principio, la hermana mayor que tenía al lado asume la tarea de mamá, desde entonces comienza entre ellas una relación como  de madre y hermana.

El tiempo transcurría con prolongadas ausencias del padre y una madre que con toda la buena intención del mundo aplicaba en ella prácticas correctivas de la conducta que ya no correspondían a la época, lo que me impide asegurar que tuvo una infancia feliz o una adolescencia comprendida. El desencanto que tuvo del mundo de los adultos la llevó a protegerse de la sociedad  escondiendo en sus adentros un corazón puro, lleno de ternura y empatía, algo que mas tarde habría de sacarlos como una característica extraordinaria en medio del sufrimiento que le tocó vivir, aquello que  marcaría la diferencia entre lo común y lo extraordinario que tiene la gente.

1988. Le nace un niño que todos nos apuramos a querer como presintiendo que la felicidad duraría poco menos de un año.

1989. Mamá Milagros quiere sentir la felicidad de celebrar el primer añito de su bebé, pero el engreído partió al cielo días antes dejando todo preparado para la fiesta que nunca se celebró.

Entre malos y buenos momentos pasa el tiempo con sentida indiferencia por el futuro.

1998.  Milagros es sometida a largo tratamiento por una feroz tuberculosis.

Se somete religiosamente al tratamiento. Aquí comienza a sacar de sus ahorros todas las virtudes que había guardado.

Es posible que se hayan equivocado de diagnóstico. Nunca quiso denunciar aun sabiendo que el tratamiento a la enfermedad que nunca tuvo le malogró los pulmones.

2001.- Hace una Trombo embolia pulmonar que lo lleva a Cuidados Intensivos. Un mes  conectado a complicados aparatos sin comunicarse con la familia, atándonos a una esperanza sujeta a lo que puedan hacer la tecnología y la voluntad de Dios. «Esperemos que resista esta noche también»…Nos decían lapidariamente los médicos.

30 días de increíbles sufrimientos narrada luego por ella, con desconcertante rostro de esperanza y felicidad de haber vuelto a la vida. En esas circunstancias no le podíamos decir que su papá había fallecido ya,  hasta que nos enrostró la manifiesta dejadez al decirnos que había leído en nuestra cara lo que no la queríamos decir.

2002. Su diagnóstico: Fibrosis pulmonar avanzado. Sin retroceso. Seis meses de vida.

2003. Comienza a depender de oxígeno, primero sólo para dormir, luego cada vez más, hasta que nunca se separó de él. Ella misma lo llamó «su novio», por que la acompañaba a donde iba. No se la vio deprimida nunca, aquello nos obligaba a esconder nuestras tristezas frente a su capacidad de aceptar como son, las cosas que no podía cambiar.

Milagros sabía que no tenía ninguna posibilidad fuera del transplante y de  la esperanza y aceptó la terrible verdad con la misma entereza de costumbre siendo nosotros quienes sacábamos la procesión que llevábamos  dentro cuando no estábamos a su lado para  esconderlo en su presencia.

Milagros parecía no haber nacido para la felicidad, idea que ella nunca aceptó, siempre  luchaba por conseguirla, encontrándole sentido al ver que era ella quien nos levantaba la moral a nosotros.

No se lamentaba por que las cosas no eran como ella las quisiera que fueran.  Las buscaba y nos enseñaba el camino.

Nunca la he visto llorar por su enfermedad, ni siquiera renegar, siempre tenía almacenada en su alma una sonrisa para quien aún estando sano lo necesitara.

Esta realidad volvió a unir en un solo sentimiento a la hermana mayor.  Nueve años de optimismo inquebrantable de Milagros y nueve años de dedicación exclusiva de la hermana transcurridos entre crisis moderadas unas y severas otras, siempre en cuidados intensivos al punto de, pienso yo, que a  Milagros ya le incomodaba molestar.

2010. 15 de Agosto. La hermana mayor casi sin quererlo debe ir a Lima.  Milagros la anima dando a entender que su hermana debería descansar de brindarle nueve años de sacrificada dedicación. Milagros fue al aeropuerto al lado del inseparable novio, su balón de oxígeno, despide a la hermana  entre bromas, risas y abrazos.

16 de Agosto. Milagros es internada de emergencia.

17 de Agosto. Fallece Milagros. Sólo al día siguiente que viajó la hermana. Podría decirse  que ella  la  sacó  del camino para que no viera el final de tantos años…

¿Qué sabía Milagros?…Por alguna razón marcaba  en el calendario cada día transcurrido, el último del cual nos llenó de profundo sentimiento al verlo colgadito en la pared de su dormitorio señalando el 15 de Agosto. Ya no pudo marcar el 16,  se internó para fallecer el 17 al medio día, tristeza al que se sumó la confesión de mi hija cuando dijo que su querida tía con el entusiasmo de siempre le había pedido que la acompañara el martes a la calle Próspero para escoger  sus zapatos… «Y fui yo la que el martes tuvo que ir a la funeraria para escoger su ataúd»… dijo ahogada en llanto…..

Gracias Mili por todo lo que nos enseñaste, más allá de lo comprensible……Gracias por que algo hiciste para sentirnos consolados, te sentimos en la casa libre de dolores y de tu balón de oxígeno, tu novio a quien lo vemos ahí solito en un rincón  de la casa… sumido en petrificado llanto sin poder entender su repentina soledad…….