¡Lanchada!

Hace un tiempo hubo un problema con los internos del penal de Iquitos y un grupo de ellos fueron trasladados a otras cárceles del país, incluso hasta la zona sur donde hace mucho frío. Fueron varios los familiares que pasaron mucha tristeza porque sus condiciones económicas, no les permitiría ir a visitarlos con la frecuencia deseada.
En esta experiencia se entiende se presentaron razones que fueron incluso públicas por todo el laberinto y violencia que se generó en el interior del Penal de Iquitos. Pero, recientemente cuando todo parece en calma, les comunicaron a 29 internos su traslado al Penal de Yurimaguas.
Esto les ha caído no solamente como una triste noticia a internos y los familiares, sino que hasta la rechazan considerando que es una medida abusiva y exagerada. Algunas voces han señalado su sorpresa porque el familiar que tienen muestra buena conducta y no entienden el por qué esa medida de alejarlo de sus seres queridos.
La “lanchada” ya se hizo efectiva. Con éste término se conoce al traslado de internos de un penal a otro. Y lo que habría señalado el Instituto Nacional Penitenciario INPE con sede en Iquitos (que parece no emitió ninguna nota de prensa oficial), es que lo hicieron por medidas de seguridad.
Y es lo que se conoce por las declaraciones de la Abog. Carmen López del Área de Apoyo al Interno del gobierno regional de Loreto. Justamente ha informado que el INPE lo hace por razones de seguridad, algunos son de mayor peligrosidad, otros porque se portan mal reiteradas veces al interior del Penal. Por tanto la medida será hasta que el interno se rehabilite.
Son medidas que se respetan. Se entiende que hay toda una evaluación de la conducta de los internos, además del servicio de inteligencia de la policía que debe dar las alertas en cuanto también a ciertas acciones riesgosas para la tranquilidad de la población penal, que como es natural están a la espera del tiempo de sus sentencias, otros en apelaciones, otros sin sanciones, otros con detenciones preventivas.
En este escenario, ninguna cárcel del mundo es el mejor lugar para vivir, obviamente. Sin embargo, todos sabemos que son las leyes sancionadoras por delitos penales cometidos. Nadie puede decir estoy libre de ese lugar. Ni nuestras acciones, ni Dios lo permitan. Mientras, no podemos dejar de preguntarnos desde afuera, cuánto de rehabilitación se puede construir allí adentro, que sabemos las condiciones no son las mejores respecto al espacio reducido que ocupan para vivir.
Eso por un lado, y por otro las actividades con miras a la rehabilitación. Si para ello cuentan con la cantidad suficiente de profesionales para atender a la población penal. Y si el actual sistema es el mejor. Tal vez podrían ensayar otras formas, como el ser en parte autogestionaria de su sostenimiento no solo alimentario, sino de tratamiento físico y emocional, de cada interno. La ocupación interna podría atenuar conductas negativas y contribuir a la ansiada rehabilitación, para insertarse nuevamente a la sociedad.