La nueva Iglesia de Lima

  • Carlos Gustavo Castillo Matassoglio es el nuevo Arzobispo de Lima:

 

Por: Adolfo Ramírez del Aguila

 

Por razones de gravitación política y económica, Lima, la ciudad capital de nuestro país, es también el centro de la toma de decisiones a nivel eclesial. Y como para reafirmar simbólicamente este postulado, junto al Palacio de Gobierno, en la Plaza Mayor de Lima, está como vecina, la Catedral y el Palacio Arzobispal de Lima. Los que hemos visitado la ciudad capital, nos asombramos de la imponente y elegante arquitectura neocolonial de estos edificios, símbolos de la importancia que tiene aún la Iglesia Católica en nuestro país.
La casa arzobispal, y su inquilino, el arzobispo de Lima, desde la época colonial, ha tenido una importancia religiosa del tamaño de una catedral, pues en ese edificio se decidía el plan de evangelización para toda América Latina; no olvidemos que Lima fue la sede del Virreynato del Perú, que abarcaba casi a todos los países hispanos de este sub continente.
Pero no nos vamos a detener en historias y arquitecturas para resaltar la importancia de Lima como sede del poder religioso en nuestro país; vamos a resaltar el nuevo acontecimiento suscitado en este fin de semana. Un humilde cura de parroquia, ni más ni menos, fue designado por el papa Francisco como el sucesor del otrora todo poderoso Juan Luis Cipriani, como el nuevo arzobispo de Lima. Los limeños no lo pueden creer, un sencillo sacerdote diocesano de 69 años, asume el cargo (en la Iglesia un cargo es una cruz, porque es servicio que se entrega dando la vida) más importante en el ámbito religioso.
En la Toma de Mando como nuevo arzobispo, sucedieron muchas señales y signos de lo que serán el itinerario pastoral de este nuevo servidor eclesial, ex asesor de la UNEC y ex presidente de la JEC. Veamos:
LA PERIFERIA ES EL CENTRO
En caminata casi procesional, la ceremonia empezó desde el polvoriento distrito del Rimac hasta el impecable y ordenado centro de Lima. Desde una parroquia, en donde este cura peruano servía hasta ahora como pastor de almas, la multitud se dirigió al centro del poder religioso, la Catedral de Lima, para que, con las sandalias sucias, indicar que esta nueva era de la Iglesia arquidiocesana, será de atención a los más pobres y necesitados de las zonas marginales de esta gran metrópoli llena de miserables.
LA OPCIÓN POR LOS POBRES
Como una gran señal de que se retomará las líneas pastorales de Medellín (1968) esa gran Conferencia Episcopal que diversificó el Concilio Vaticano II (1963-1965), el nuevo arzobispo de Lima, tuvo como invitado especial en los actos por la Toma de Mando, al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación. Los pobres de Lima están de fiesta, porque tendrán en el cura Castillo, a un defensor de sus causas, porque la pobreza, como violencia estructural, asesina a los limeños que viven en extrema miseria. Y esta opción por los pobres, no es una moda teológica como pretendieron hacer creen los detractores, sino que es la opción del mismo Jesús que nació pobre, vivió pobre y murió abandonado en una cruz. En la ceremonia de toma de Mando, el nuevo arzobispo rompiendo el protocolo, saludó y abrazó a la multitud presente en ese lugar.
NUEVA IGLESIA CREÍBLE
Y ante la grata sorpresa de los que escuchaban su homilía, el nuevo arzobispo se pronunció sin rodeos sobre el momento delicado que vive la iglesia local y universal, con respecto al grave problema de la pederastia y pedofilia clerical: “Nunca la Iglesia y menos la jerarquía eclesial puede ser cómplice de abusos y delitos. Transparencia, para que la Iglesia pueda ser creíble”, dijo entre fuertes aplausos de la feligresía y el rostro compungido de su antecesor, el ahora arzobispo emérito, Juan Luis Cipriani, presente también en la Ceremonia.
Ojalá que estos nuevos tiempos para la Iglesia arquidiocesana de Lima, sean la mayor señal de una comunidad eclesial, la hermana Iglesia mayor, renovada y convertida por la fe en Jesús de Nazareth el Cristo pobre, que vino a servir y no a servirse de los demás. Así sea.