La fotografía de Augusto Falconí

Retrato de Iquitos

Por: Christian Bendayán (noviembre 2018)

En la década de 1960 -casi un siglo después que se diera inicio a la práctica fotográfica en la Amazoni?a- Augusto Falconí Flores (Yurimaguas, 1948) comenzó una producción que responde a un impulso verista y documental que abarca temas, personajes y lugares nunca antes explorados por otros fotógrafos. Desde la mayor de las complicidades con el pueblo, su militancia en las luchas políticas y la denuncia de las injusticias que aquejan a la Amazoni?a, Falconí se convertiría en el fotógrafo social -con todo lo que este término pueda abarcar- por excelencia de Iquitos.

En su infancia y juventud, Augusto Falconí trabajo? en las plazas y calles de Iquitos como canillita, de esa manera conoció? a Alberto Flores Macedo, un fotógrafo ambulante, quien lo recluto? como su ayudante y le obsequió una cámara AGFA-CLIC. Inició así su carrera, como un testimonio íntimo de la vida de los niños trabajadores de las calles de Iquitos, compañeros de su infancia y adolescencia, lustrines, canillitas y vendedores de frutas con quienes compartía jornadas de trabajo en la plaza de Armas, la plaza 28 de Julio y en los alrededores del mercado de Belén. Sin saberlo, Falconí inició así uno de los proyectos artísticos más ambiciosos y admirables de su época: retratar las luchas, los goces, las penas, los sueños y el alma de esta fascinante ciudad.

 

Si bien, en la segunda mitad del siglo XX, las fotos de la ciudad de Iquitos que se distribuían en formato postal, presentaban sus “mejores aspectos”, dando la impresión que se trataba de una ciudad europea; por el contrario, Falconí opta por desplazarse hacia los márgenes donde pugnan en una acalorada lucha la modernidad urbana y la costumbre rural, contaminándose mutuamente, plasmando en sus tomas un pueblo en innegable declive económico y moral.

 

Esa certera mirada que tienta el peligro hizo que sus fotos sean el complemento visual para la producción periodística y literaria más importante de las últimas décadas. Siendo muy joven fue invitado a formar parte del grupo Bubinzana, un colectivo que renovó? desde las letras y las artes la mirada sobre la Amazoni?a, que proponía a los pueblos amazónicos, sus cosmovisiones y sus problemas como tema principal para la creación literaria, abandonando lo que ellos llamaban el “selvismo”. En ese contexto, identificado con los ideales “bubinzanos”, comienza a perseguir una imagen recurrente: la del chauchero, el cargador, el estibador de puerto fluvial, en especial el del puerto de Belén. Falconí, lo fotografió a lo largo de dos décadas.

Son múltiples las escenas protagonizadas por este personaje que quizás ocupe el nivel más bajo en la escala laboral en Loreto, por lo sufrido y duro que resulta su trabajo y el miserable pago que suele recibir, lo que en muchos casos lo empuja al auto abandono. Pero el chauchero, a través del lente de Falconí, se propone como una imagen icónica para la lucha de clases, levantando una y mil veces, sin darse por vencido, los signos de una modernidad que oprime al hombre trabajador de la Amazoni?a.

En 1972 inventó el término “Fotosociales” para bautizar a su columna más representativa, la cual desplegó por diversos diarios de circulación nacional y regional, para finalmente independizarse y ser una publicación semanal.

Desde esta plataforma, Augusto ha propagado miles de retratos de la sociedad  loretana,  incluyendo los personajes políticos e intelectuales más destacados de  la región, pero también retratos de ilustres visitantes como el papa Juan Pablo II, el cineasta Werner Herzog, los actores Jason Robards y Antony Queen, los músicos Mick Jagger, Armando Manzanero, Raffaella Carrá, los poetas César Calvo, Thiago de Mello y Ernesto Cardenal, entre otros.

Asimismo, “Fotosociales” es el título de la exposición retrospectiva y el libro producidos este año por el ICPNA y que reúnen parte importante de la profusa obra del maestro Augusto Falconí, como reflejo de una vida entregada a la fotografía, perseverante en su acecho de imágenes que desnudan la enigmática belleza de Iquitos y que lo han convertido en el autor del más justo y veraz retrato de Iquitos.