En la actualidad se nota fehacientemente que nunca antes ha habido tanto interés en la esencia y valor de la especie hombre, como en los actuales momentos en que la ciudadanía procura encontrar en tales especies siquiera un hálito de honestidad y cultura política, para dirigir por cinco años la vida ciudadana de nuestra provincia y la región.
Pueden ser muchas las tendencias que busquen superar el desafío de ir a una elección popular, pero cuantos podrán aseverar que actúan bajo conceptos éticos como principio indispensable para el bien común, pues la ética en la política hace que los criterios e intereses de la mayoría prevalezcan sobre los propios cuando ambos no son compatibles.
Para respetar esos valores esenciales en la vida de un político de verdad, es necesario adquirir primero aquella jerarquía de valores que hemos mencionado en el párrafo que precede, para que sirva de orientación, de guía y medida las actuaciones de cada quien.
También se debe tener en cuenta un aforismo importante que todo político debe tener presente: «nadie puede dar lo que no tiene»; y quien no tiene ética y valores morales bien definidos para sí, difícilmente los tiene para los demás, en sus relaciones con ellos, en su quehacer político o en su quehacer como ser humano.
La política es una ciencia de una pureza prístina, en ella se conjugan una serie de principios que permiten a quien la practica, el modo de organizar y dirigir la convivencia humana para que ella facilite el cumplimiento de los derechos naturales e inalienables de la persona. Además, la política es un asunto de todos, es la gestión del bien común por eso a todos nos interesa saber cuales son los temas éticos que aparecen en tal ciencia.